Tras la mano tendida, el contraataque: el gobierno estadounidense de Joe Biden anunció el jueves draconianas sanciones financieras contra Rusia y la expulsión de 10 diplomáticos rusos, un paso que podría complicar su propuesta de cumbre con Vladimir Putin.
Desde su llegada a la Casa Blanca en enero, el nuevo presidente de EE.UU. había indicado que estaba evaluando su respuesta a una serie de acontecimientos que se atribuyen a Moscú, incluyendo un ciberataque masivo y la injerencia en las elecciones estadounidenses del año pasado.
Biden prometió ser mucho más duro que su predecesor, Donald Trump, acusado de complacer a su homólogo del Kremlin.
La represalia finalmente llegó el jueves y es dura.
Biden firmó una orden ejecutiva “destinada a responder y disuadir todo el alcance de las actividades exteriores dañinas de Rusia“, facultando a Washington para castigar de nuevo a Moscú, con “consecuencias estratégicas y económicas”, “si continúa o intensifica sus acciones internacionales desestabilizadoras”, advirtió la Casa Blanca en un comunicado.
En virtud de la orden ejecutiva, el Tesoro de Estados Unidos prohibió a las instituciones financieras estadounidenses comprar directamente deuda emitida por Rusia después del 14 de junio.
También sancionó a seis empresas tecnológicas rusas acusadas de apoyar las actividades de ciberinteligencia de Moscú.
La medida es una respuesta al gigantesco ciberataque de 2020 que utilizó como vector a SolarWinds, un editor de software estadounidense cuyo producto fue hackeado para introducir una vulnerabilidad entre sus usuarios, entre los que se encontraban varias agencias federales estadounidenses.
El gobierno de Biden acusa formalmente a Rusia de ser responsable de este ataque, como ya había sugerido.
Además, el Tesoro estadounidense sancionó a 32 entidades e individuos acusados de intentar, en nombre del gobierno ruso, “influir en las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos“, según la Casa Blanca.
Y, junto con la Unión Europea, Canadá, el Reino Unido y Australia, el gobierno estadounidense también impuso sanciones a ocho individuos y entidades “asociados con la continua ocupación y represión en Crimea.”
Por su parte, el Departamento de Estado estadounidense expulsó a 10 funcionarios de la embajada rusa, algunos acusados de ser miembros de los servicios de inteligencia de Moscú.
Todas estas sanciones tienen también como objetivo “responsabilizar” a las autoridades rusas tras las denuncias de recompensas ofrecidas por Rusia a los talibanes por atacar a soldados estadounidenses o extranjeros en Afganistán.
Es la primera vez que Washington llega a acusar a Moscú de estar implicado en el pago de estas supuestas recompensas. Pero la Casa Blanca se limitó a afirmar que este asunto “se maneja a través de canales diplomáticos, militares y de inteligencia”.
Estas sanciones se suman a una primera serie de medidas punitivas anunciadas en marzo contra siete altos funcionarios rusos en respuesta al envenenamiento y encarcelamiento del opositor Alexei Navalni.
Los países de la OTAN expresaron inmediatamente “su apoyo y solidaridad” a Estados Unidos “tras el anuncio de las medidas destinadas a responder a las actividades desestabilizadoras de Rusia”.
Se trata de una de las ofensivas más duras contra Rusia desde la expulsión de varios diplomáticos al final del mandato de Barack Obama.
Y la respuesta no se ha hecho esperar.
“Este comportamiento agresivo recibirá una fuerte reacción. La respuesta de las sanciones será inevitable”, advirtió la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zakharova.
También dijo que el embajador de Estados Unidos en Moscú, John Sullivan, fue convocado para “una conversación difícil”.
“Estados Unidos no está dispuesto a aceptar la realidad objetiva de que existe un mundo multipolar que excluye la hegemonía estadounidense”, lamentó la portavoz.
Rusia ya había advertido que la adopción de nuevas sanciones “no ayudará” a la organización de una cumbre Biden-Putin, propuesta esta semana por el presidente estadounidense “en un tercer país” en “los próximos meses”, para buscar estabilizar el vínculo entre los dos rivales geopolíticos.
Las relaciones están en caída libre desde 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea de Ucrania y estallaron los combates entre las fuerzas de Kiev y los separatistas prorrusos en el este.
La propuesta de Biden para la cumbre se hizo durante una conversación telefónica esta semana con Putin, también marcada por una advertencia de Estados Unidos tras el despliegue masivo de tropas rusas en las fronteras de Ucrania.
La medida más drástica anunciada el jueves, sobre la deuda, se espera que tenga un efecto limitado, ya que Rusia sólo tiene una deuda limitada y unas reservas que superan los 180.000 millones de dólares, impulsadas por sus exportaciones de hidrocarburos.
Sin embargo, podría afectar al rublo, que cayó el jueves, y que ya tiene problemas desde las primeras sanciones adoptadas en 2014.
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