De acuerdo con cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), de 2015 a febrero de 2021, Estados Unidos detuvo a 297 mil 616 menores de edad, 135 por día, que intentaban entrar solos de manera ilegal por su frontera sur, de los cuales, 76 mil 305 son mexicanos, 118 mil 426 de Guatemala, 65 mil 467 de Honduras y 57 mil 388 de El Salvador.
Aunque la CBP no diferencia las edades en su página web, en ocasiones anteriores las autoridades han identificado que la mayoría de los menores aprehendidos tienen entre 12 y 17 años, aunque en los últimos dos años han aumentado los niños de entre cuatro y seis años.
Las estadísticas de la CBP revelan que 2019, 2018 y 2016 fueron los años con mayor migración de menores no acompañados. Además, que del quinquenio de 2011 a 2015 se produjeron 44.912 aprehensiones mientras que de 2016 a 2020 y los cinco meses del año fiscal 2021, han sumado 104.837.
Aunque enviar a un menor en un viaje que puede ser de dos mil a cuatro mil kilómetros en medio de innumerables peligros y sin ninguna compañía puede parecer una locura, las condiciones de vida que atraviesan los menores en sus países de origen explican en parte por qué los padres toman esa dura decisión.
Las estadísticas estadounidenses revelan que la mayoría de los menores detenidos y deportados proceden de municipios o estados de sus países de origen en los que más del 60% de la población vive en la pobreza y más del 25% en la pobreza extrema. Según la ONU, esto significa que tres de cada cuatro menores no tienen la oportunidad de iniciar una carrera escolar que les permita llegar a la universidad.
Por si fuera poco, la violencia también se ha convertido en un grave problema que afecta a niños y adolescentes.
Una encuesta realizada el año pasado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reveló que el 30 por ciento de las familias mexicanas emigraron por amenazas de muerte, para escapar del reclutamiento forzado del crimen organizado, la extorsión y otras formas de violencia.
Además, según la Red por los Derechos de la Infancia (Redim), en los primeros cuatro meses de la emergencia sanitaria de Covid-19, un promedio de siete menores fueron asesinados cada día en el país.
Según Redim, de los asesinatos de menores en 2020, el 80 por ciento correspondió a hombres, mientras que los feminicidios contra niñas y adolescentes, aumentaron 39 por ciento en el primer cuatrimestre de 2020 respecto al mismo periodo de 2019. Es decir, señala la organización, que el país pasó de siete feminicidios de menores por mes, a 12 o 14.
Unicef advierte que “los altos niveles de pobreza tienen un impacto directo en una serie de indicadores que miden el bienestar de los niños y limitan en gran medida su acceso a una nutrición adecuada, a la atención sanitaria y al saneamiento”.
Además, muchas familias que viven en la pobreza no pueden enviar a sus hijos a la escuela y “en los casos en que pueden hacerlo, los niños suelen recibir una educación de baja calidad en escuelas con pocos recursos en las que los propios profesores no han tenido acceso a una formación adecuada”.
El CBP informa de que la pobreza y la extrema pobreza son la principal causa de migración desde México, Guatemala, Honduras y El Salvador. Le siguen la violencia, la ausencia de políticas sociales a su favor y, por último, la necesidad de reunirse con sus familiares en Estados Unidos.