Nunca pararon durante el encierro. Entre marzo de 2020 y octubre de 2021, más de 25 mil personas de los cinco municipios más pobres del país, de la Montaña de Guerrero, salieron a los campos agrícolas de Sinaloa, Valle de San Quintín, Jalisco, Chihuahua, Zacatecas y Michoacán a levantar cosechas.
Son jornaleros que trabajan de sol a sol, en condiciones deplorables y con prestaciones sociales sólo en el papel. “Para ellos, es migrar o morir. Quedarse en sus comunidades es morir de hambre. Ellos hacen posible que la comida llegue a nuestra mesa, pero tienen salarios de hambre”, dijo a El Sol de México Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.
Para estos trabajadores, el aumento al salario mínimo anunciado por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) para 2022, de 172 pesos diarios, no significa nada comparado con lo extenuante de su trabajo.
“Realmente no se sienten reflejados en este aumento, porque su trabajo es extenuante de sol a sol, en condiciones deplorables. La mayoría prefiere el trabajo a destajo, es decir, la recolección en cubos de 20 kilos de chile, de tomate, por los que les pagan cinco pesos.”
Los jornaleros no sólo se encargan de llenar las cubetas, sino de cargarlas de 100 a 500 metros para depositarlas en un camión que luego transporta la mercancía.
“Hay padres de familia que cargan hasta tres cubetas: una en la cabeza, otra en el hombro izquierdo y otra en la mano derecha.
Lo máximo que pueden obtener con este intenso trabajo son 150 pesos diarios “y los que trabajan con todo el sudor de su frente hasta 300”, denuncia Barrera desde Tlapa, Guerrero.
Explica que hace dos años organizaciones civiles formaron una alianza llamada Campo Justo, donde uno de los objetivos era lograr que la Conasami comenzara a incorporar a los jornaleros agrícolas porque antes no estaban incluidos en los salarios especiales.
Fue un gran logro que lograran incorporarlos, pero el salario mínimo que se asignó para la población jornalera en 2022 sigue siendo insuficiente. Según Barrera, estos trabajadores requerirían un mínimo de 300 pesos diarios para cubrir sus necesidades más básicas.
“El piso básico. Para los jornaleros es insuficiente, pero es la meta. No se ha logrado. Vamos muy despacio. Sabemos que al menos hay voluntad política. Hay más voluntad de aumentar el salario mínimo”, dice.
Los jornaleros son trabajadores especiales. Durante la pandemia nunca dejaron de trabajar. No se recluyeron a pesar de los contagios, estaban en los campos agrícolas haciendo la cosecha.
En su viaje a los campos agrícolas la población está muy expuesta. Viajan con niños, madres embarazadas, ancianos. No se les da alojamiento. Tienen que pagar el alquiler de una habitación, donde no tienen ni baño ni electricidad. Tienen que beber agua del canal.
Y sin embargo, los precarios ingresos de los jornaleros son el pilar que sostiene la economía de las familias de La Montaña, afirma Barrera con contundencia.
-¿Has tenido algún contacto con funcionarios de la Conasami?
-No hemos tenido ninguna plática recientemente. Hablamos en una ocasión con la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, y le planteamos nuestra preocupación. Ella aceptó poner en la agenda el salario mínimo de los jornaleros.
Hemos hablado con algunos miembros de la junta directiva de la Conasami, pero también con representantes sindicales. Ha sido difícil hablar con los empresarios, pero seguimos presionando”.
El activista indica que a nivel nacional hay alrededor de tres millones de personas que trabajan como jornaleros, principalmente de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Veracruz. Contando a sus familias, se estima que son 8.5 millones.
“Tenemos documentado que el 40 por ciento de la población de La Montaña son niños y al mismo tiempo casi el 30 por ciento no va a la escuela. Entonces, hay altos índices de analfabetismo, monolingüismo; madres que no saben leer ni escribir; que se embarazan y muchas son madres solteras que tienen que ir a trabajar con tres o cuatro hijos.”
Barrera indica que también han solicitado a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) que realice inspecciones en los campos agrícolas y verifique las condiciones de trabajo de la población jornalera.
“Ellos (la STPS), nos dicen que hacen muchas inspecciones, pero con pocos resultados. No vemos ninguna recomendación y que los patrones están obligados a cumplir con las leyes laborales.”
-¿Y que los registran en el IMSS?
-Correcto. El Seguro Social se aplica pero sólo en el papel, porque en la práctica, la gente nos dice que cuando se enferma, tiene que pagar un médico y comprar medicinas. El IMSS no se aplica. Ese es el problema. Y esto es realmente una carga muy grande porque con la pandemia varios se han enfermado y han cubierto los tratamientos.
-Y por otro lado, el