IRAPUATO. Las mujeres fueron humilladas, golpeadas, amenazadas y hasta pensaron en suicidarse; sin embargo, se sobrepusieron y hoy predican con el ejemplo que la violencia no debe ser tolerada.
“Me tuvo cautiva varios días, sin siquiera salir al baño, sólo podía recibir sus porquerías con las que se volvía loco”, relató Minerva, una mujer que vivió con un hombre violento y que un día estuvo a punto de matarla.
Conoció a su ex pareja cuando era una adolescente y vivieron lo que ella describe como una historia de amor juvenil.
Poco después de decidir vivir juntos, comenzaron los malos tratos psicológicos, ya que su entonces pareja no le permitía salir con sus amigos ni con su familia, y la obligaba a dejar su trabajo.
Las amenazas pronto se convirtieron en agresiones físicas. Durante varios meses, Minerva se enfrentó a un grave problema de abuso de alcohol y drogas del que salió hasta “tocar fondo”.
Minerva encontró refugio en su familia, que la apoyó para librarse de sus adicciones y mantener a sus hijos a salvo.
“Sentía que sin él no iba a salir adelante; llegó un momento en que me creí todo lo que me decía, que nadie me aceptaría, que nadie me querría a mí y a mis hijos, digo a los míos porque nunca quiso verlos ni formar lazos con ellos, nunca le pedí dinero ni nada, sólo que no los abandonara y no quiso hacerlo”, cuenta Minerva.
Un día, Adriana decidió que había llegado el momento de dejar de ser maltratada por su marido y se armó de valor para alzar la voz y denunciar los abusos que sufría.
A una edad muy temprana, empezó a experimentar la violencia de primera mano, ya que dice que su padre agredía a su madre de diferentes maneras.
A los 24 años, Adriana conoció al que tras meses de noviazgo se convertiría en su marido, que con el paso de los años y el nacimiento de su primer hijo comenzó a maltratarla.
“Un día ese hombre quiso matarnos a mi hijo y a mí, así que me armé de valor y me fui de la casa; tenía miedo, no tenía nada, pero no quería callar más”, comentó Adriana.
Tras dejar su casa y a su marido, decidió vender productos de herbolario y comenzó a ser independiente económicamente, algo con lo que su marido la chantajeaba, pero ahora es una mujer de éxito que no sólo da trabajo a otras jóvenes, sino que las orienta para que no se dejen maltratar por sus parejas.
Mariana estuvo tres meses en coma porque su marido la golpeó con una pala porque había ido a hablar con los vecinos y la cena no estaba lista.
“Estuve a punto de morir, pero los médicos me salvaron la vida. Tardé tres meses en rehabilitarme y otros tres en recuperar toda la movilidad, pero en cuanto estuve bien me armé de valor y me fui de casa”. Decidió retomar sus estudios, que abandonó para irse a vivir con su novio del instituto, y ahora es psicóloga.
“Nadie vale más que cada uno de nosotros. Nadie es menos, somos iguales y cada uno de nosotros tiene valor y peso. Ese es el mensaje que queremos dar porque no nos queremos golpeados ni muertos, nos queremos vivos y felices.” Con información de Dylan René, Mauricio Coss, Oscar Reyes/El Sol de Irapuato