Cuero, pelucas, tacones de aguja y purpurina. En China, las minorías sexuales se desahogan al ritmo del “voguing”, un estilo de baile inspirado en los desfiles de moda que las “drag queens” adaptaron a su gusto.
Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales y queers (LGTBQ) sufren la presión familiar, social y política y les resulta difícil salir del armario en un país que esperó hasta 2001 para dejar de considerar la homosexualidad como una enfermedad mental.
Por eso este sábado por la noche enloquecen de alegría con el mayor baile de “voguing” organizado en la austera capital china.
Desfilando por la pista de baile al son de una ensordecedora música house, los bailarines, fuertemente maquillados, electrizan al público con sus poses lascivas y sus característicos movimientos de brazos de voguing.
Desatados, cientos de jóvenes chinos del colectivo LGTBQ, muchos de ellos venidos de lejos, gritan de emoción mientras los jueces seleccionan a los mejores bailarines.
“Es una recreación para los marginados”, afirma el organizador de la fiesta, Li Yifan, más conocido como “Bazi”.
A sus 27 años, este pilar de la vida nocturna de Pekín da lecciones de “voguing”, un baile “con fuerte vitalidad” que refleja “el espíritu de resistencia de las minorías sexuales”.
– De Nueva York a Pekín
El voguing despegó entre la comunidad gay de Nueva York en los años 70, especialmente en las comunidades negra y latina. Madonna le dio más visibilidad en 1990 con su éxito “Vogue”.
Tras pasar por Japón y Corea del Sur, el fenómeno ha llegado más recientemente a China a través de Taiwán, Hong Kong y, finalmente, Shangai.
Es “una subcultura dentro de una subcultura”, pero está a punto de convertirse en la corriente principal, asegura Bazi.
“El voguing está prosperando aquí desde hace dos años”, dice Huahua, de 23 años, que se define como “queer no binario” (persona que no se siente ni hombre ni mujer).
“Los aficionados son muy jóvenes, pero también muy entusiastas y apasionados. Como esquejes que echan raíces por todas partes”.
Huahua participó en el concurso con largas trenzas y una capa negra. Empezó a hacer ‘voguing’ en 2016 y pronto se enganchó a esos movimientos extravagantes que recuerdan a las viejas películas de Hollywood y a los desfiles de alta costura.
– ‘Historia trágica’
El ‘voguing‘ es como “una liberación, una forma de sentir felicidad por primera vez en mi vida”, explica Huahua, que tuvo una adolescencia difícil por su diferencia sexual.
El baile “forma ahora parte de mi vida. No camino normalmente, sino como si desfilara como modelo”.
En China, el voguing también es popular entre las chicas heterosexuales. Bazi dice que esto se debe a que, como los LGTBQ, “están oprimidos por el patriarcado”.
Pero algunos temen que al ponerse de moda acabe comercializándose y perdiendo el contacto con sus raíces.
“El ‘voguing’ tiene una historia trágica”, recuerda Huahua.
“Es un baile que nació del sufrimiento de toda una generación enfrentada al racismo, la intolerancia y la depresión”, insiste, y añade que muchos pioneros de esta forma de arte han muerto de sida.
“Si queremos popularizarlo, la gente tiene que entender la historia que hay detrás”.
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