SANTIAGO, CHILE. Chile elige hoy y mañana a las 155 personas que redactarán una nueva Constitución que permitirá a este país de economía rica pero muy desigual establecer nuevas reglas para avanzar hacia una sociedad más representativa, inclusiva y con mayor bienestar social.
Más de 14 millones de electores -entre 19 millones de habitantes- están llamados a votar en medio de un clima de restricciones pandémicas, que interrumpieron, postergaron y entorpecieron la campaña de los 1.373 candidatos que buscan un lugar en la lista de 155 ciudadanos que redactarán una nueva Constitución para reemplazar la actual, vigente desde la dictadura militar, en la elección más relevante en 31 años de democracia chilena.
Estas elecciones constituyentes son totalmente inéditas, ya que en 200 años de independencia Chile ha tenido tres Constituciones (1833, 1925 y 1980) pero ninguna redactada por una convención ciudadana elegida por voto popular.
La convención tendrá, además, 17 escaños reservados para los pueblos indígenas y estará compuesta de forma paritaria por hombres y mujeres, algo inédito en el mundo y que en pocos meses convertirá a Chile en el primer país en tener un texto fundamental redactado en paridad.
Cada elector votará por cuatro cargos: un constituyente, un alcalde, un concejal y, por primera vez, los chilenos elegirán un gobernador regional, otra señal de que se busca una sociedad más participativa en uno de los pocos países de la OCDE que no eligió autoridades regionales.
Más del 60 por ciento de la población, según las encuestas, considera que esta Carta Magna creó un sistema que beneficia a un reducido número de privilegiados, con predominio del sector privado en la educación y la salud, y un sistema privado de pensiones que sólo se nutre del aporte del trabajador.
El descontento social se trasladó a las calles en violentas protestas que causaron la muerte de más de 30 personas, contra la desigualdad que originó la celebración de un plebiscito en octubre pasado, en el que el 78,2 por ciento de los votos fueron a favor de la sustitución de la Constitución, foco de críticas por promover la privatización de los servicios básicos y cuya derogación fue una de las principales demandas durante la ola de protestas de finales de 2019.
Los partidos de derecha que forman la coalición oficialista “Chile Vamos” irán a las elecciones unidos con una lista única, mientras que la oposición de izquierda no logró un acuerdo e inscribió varias listas.
A más de un año del estallido, ningún partido ha logrado capitalizar el descontento social, ni siquiera los jóvenes parlamentarios surgidos de las masivas protestas de 2011.
Por eso, hay mucha participación de candidatos independientes como abogados, pensionistas, sindicalistas, feministas o académicos, lo que es una prueba “ineludible” de la desconfianza hacia los políticos, según los expertos.
Un nuevo modelo de país en el que se garanticen los derechos sociales o mantener el actual modelo económico pero con un Estado “más moderno” son las dos grandes visiones que están en juego en la histórica elección de los constituyentes que redactarán la nueva Constitución de Chile.
Un nuevo modelo de país, con diferentes derechos sociales garantizados, como la educación, la salud o la vivienda, es la opción que defienden los candidatos de la izquierda opositora, agrupados en 69 de las 70 listas inscritas, que también buscan que los servicios básicos vuelvan al Estado, como el suministro de agua y electricidad.
En cambio, los candidatos de la derecha gobernante -agrupados en una única gran lista de candidatos- defienden el sistema actual, al que atribuyen el crecimiento económico del país.
La elección se produce en un contexto de incipiente optimismo debido al espectacular auge de los precios mundiales del cobre, principal producto de exportación de Chile. También se produce ante el progresivo descenso de los contagios, las muertes y la ocupación hospitalaria por covirus. Más del 48% de la población objetivo de 15,2 millones de habitantes está ya inmunizada con las dos dosis.