España y Marruecos entraron hoy en su mayor crisis diplomática de los últimos veinte años, con la llamada a consultas por parte de Rabat de su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, y ello tras la entrada en Ceuta de casi ocho mil inmigrantes irregulares llegados desde Marruecos en poco más de 24 horas.
Fuentes diplomáticas marroquíes confirmaron a Efe esta llamada a consultas sin dar más detalles, por lo que se desconoce si tendrá un plazo preciso o la fecha de su regreso a Madrid sigue abierta.
Benyaich había sido llamada poco antes a la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid, donde la ministra Arancha González-Laya le expresó su “rechazo” y “repulsa” por la entrada masiva de migrantes a Ceuta y le recordó que el control de las fronteras “ha sido y debe seguir siendo” un asunto de corresponsabilidad entre los dos países.
Ninguna fuente en Marruecos ha dado desde ayer explicaciones sobre la avalancha de migrantes en Ceuta, sin precedentes en la historia de España, y Efe ha intentado sin éxito desde ayer contactar con tres ministros para que dieran su versión de los hechos; tampoco la agencia oficial MAP ha hecho la más mínima alusión a lo ocurrido en Ceuta.
La oleada migratoria se produce en medio del descontento y el enfado marroquí por la entrada y hospitalización en España del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, hospitalizado desde hace semanas por coronavirus en un hospital de Logroño.
El malestar de Marruecos ha ido “in crescendo” ante las “razones humanitarias” invocadas por España para aceptar la presencia de Ghali: primero fue una citación del embajador y luego llegaron dos comunicados inusualmente duros con España, el último de ellos el 8 de mayo en el que se advertía a Madrid que no debía “minimizar” las consecuencias de haber recibido a Ghali.
En una entrevista con Efe por las mismas fechas, el ministro de Asuntos Exteriores, Naser Burita, recordó a España que las relaciones bilaterales no pueden ser “a la carta”, óptimas en temas como la emigración y el terrorismo y opacas en la cuestión del Sáhara. “¿Quiere España sacrificar su relación con Marruecos por el caso Ghali?”, se preguntó Burita.
Marruecos también ha insistido en las últimas semanas en que la justicia española actúe sobre las denuncias presentadas contra Ghali por “genocidio” y “torturas”, además de otro caso de presunta violación, pero hoy el juez Santiago Pedraz, encargado del caso, rechazó imponerle medidas cautelares para que pueda abandonar el país.
Una situación tan tensa entre Rabat y Madrid no se vivía desde 2007, cuando Marruecos llamó a consultas a su entonces embajador en España, Omar Azziman, en protesta por el anuncio de la visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla, pero aquella crisis no duró mucho y habría que remontarse a la famosa “crisis de la isla Perejil” de 2002 para encontrar un ambiente tan tenso.
No está claro si la visita excepcional del presidente Pedro Sánchez a la ciudad de Ceuta, a la que seguirá otra a Melilla, creará también cierto malestar en Rabat, que mantiene cerradas las fronteras terrestres con ambas ciudades desde marzo de 2020 y sin perspectivas de reapertura.
En la tarde del martes cientos de personas, en su mayoría marroquíes, seguían agolpadas frente a la valla de Castillejos con la intención de llegar a Ceuta, como hicieron en horas anteriores otras 8.000 que lograron pasar sin ninguna dificultad, aunque la mitad de ellas ya han sido devueltas a Marruecos.
Según Efe, la actitud de la policía marroquí (apoyada por fuerzas auxiliares) está siendo cambiante: unas veces dejan pasar a los migrantes y cruzan la valla metálica, por abajo o por arriba, mientras que otras intentan impedir que se acerquen, pero son superados por la multitud.