Durante 272 días, casi nueve meses de intenso trabajo, la maquinaria distribuida por todo el país, tanto del INE como de los 32 organismos electorales de los estados, ha preparado la jornada de votación que tendrá lugar hoy entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde. Somos 93 millones, 528 mil 473 ciudadanos inscritos en las listas nominales que tenemos una cita con las urnas el día de hoy.
Sabemos que las elecciones son un mecanismo legítimo de las democracias que permite la renovación periódica de quienes ocupan los distintos cargos públicos. Es a través del voto que se materializa nuestra capacidad de decisión para ratificar la confianza de partidos o candidatos o para determinar cambios que, a juicio de las mayorías, son convenientes. En la multiplicidad de los 20 mil 415 cargos que hoy se eligen, muchos podrían decidirse con la diferencia de un solo voto, más aún si consideramos que además de las 15 gubernaturas, estarán en juego mil 923 ayuntamientos que tienen contacto permanente con la gente que vive en cada municipio.
También es momento de dar un voto de confianza al trabajo de las instituciones electorales que actúan con prácticas y estándares de calidad, seguridad e imparcialidad reconocidos internacionalmente y cuyo personal está sujeto a los principios constitucionales y a la más estricta vigilancia de los partidos políticos, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad y la ciudadanía en general.
Así, la operación de las 162 mil 610 casillas distribuidas en todo el país estará a cargo de casi un millón y medio de nuestros vecinos, personas honorables que fueron sorteadas y que asistieron a cursos de capacitación para conocer las funciones de los órganos que integran. Provienen de una selección transparente, sujeta a reglas y mecanismos profesionalizados, cada funcionario de casilla aporta su compromiso con la democracia mexicana y su imparcialidad para recibir y contar los votos y asentarlos en las actas. Llegarán muy temprano y se irán muy tarde, quizá hasta el día siguiente, tenemos un compromiso recíproco con su vocación cívica.
La preparación de las votaciones ha tenido episodios violentos que cobraron la vida de alrededor de 90 políticos, algunos precandidatos y candidatos, son hechos lamentables que demandan una participación ciudadana masiva que sirva como mensaje de rechazo a la violencia y al crimen organizado, que apueste por el fortalecimiento de nuestra vida institucional y que sea una muestra de solidaridad con las familias de las víctimas. El poder del voto ciudadano es la fuerte orientación de lo que deben hacer nuestros representantes y gobernantes; es la forma de evaluar su comportamiento en el desempeño de sus funciones. El voto no es la única modalidad de nuestra participación en la vida colectiva, pero es el punto de partida de los ciclos que recrean y fortalecen nuestra democracia.
De los actores políticos, partidos y candidatos esperamos respeto a las reglas y autoridades establecidas, madurez para asumir sus triunfos, pero también para aceptar sus derrotas. Antes de proclamarse ganadores, deben esperar a que las autoridades comuniquen los resultados. Es el momento de ir a las urnas y de aprovechar al máximo los mecanismos previstos por el INE y los organismos estatales, por los tribunales y por las fiscalías encargadas de combatir los delitos electorales.