Los países más industrializados del mundo se comprometieron a donar mil millones de dosis de vacunas antivirales a los más pobres durante la cumbre del G7, un volumen considerado insuficiente por los críticos, que atribuyen la escasez al acaparamiento por parte de Occidente.
ONGs como Oxfam y Human Rights Watch, al frente de la lucha por un reparto más justo de los inmunizantes, calculan que este año se necesitan 11.000 millones de dosis, el volumen que los grupos farmacéuticos aseguran poder producir en 2021.
Una cuarta parte de los 2.295 millones de dosis administradas en todo el mundo hasta ahora se han realizado en los países del G7, que sólo representan el 10% de la población mundial.
El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró “grotesca” esta diferencia, que, en su opinión, es “un fracaso moral catastrófico”.
Estados Unidos o la Unión Europea (UE) se comprometieron a vacunar al grueso de su población a mediados de septiembre, en lugar de limitar las campañas de vacunación a lo estrictamente necesario.
En un contexto de escasez, esas dosis no van a parar al personal sanitario ni a las personas vulnerables de los países con menos reservas.
Los países de bajos ingresos, en términos del Banco Mundial, se conforman hasta ahora con el 0,3% de las dosis inyectadas.
En todo el mundo se han administrado 29,45 dosis por cada 100 habitantes, pero de forma desigual: 2,8 dosis por cada 100 habitantes en África, frente a 73 en los países del G7.
La semana pasada, el sistema Covax recaudó fondos adicionales para obtener 1.800 millones de dosis para 91 países pobres, que comenzarán a distribuirse en 2021 y principios de 2022.
Estas unidades protegerán a casi el 30% de la población de estas naciones. Un país más, India, recibirá el 20% del total de inyectables disponibles.
La OMS, la Alianza Mundial para las Vacunas y la Inmunización (GAVI) y la Coalición para las Innovaciones en la Preparación contra las Epidemias (CEPI) promovieron este mecanismo en junio de 2020 para garantizar una distribución justa de viales en todo el mundo.
El sistema Covax cuenta con un sistema de financiación que permite a 92 economías de ingresos bajos y medios acceder a las preciadas dosis.
Hasta el 8 de junio, Covax había entregado más de 81 millones de dosis de vacunas a 129 países y territorios, muy por debajo de su objetivo.
El mecanismo se vio primero desafiado por el acaparamiento de inyectables por parte de los países que tenían los medios para comprar las limitadas unidades disponibles.
Luego, la mala suerte quiso que Covax se apoyara principalmente en el suero de AstraZeneca, fabricado en la India por el Serum Institute.
Ante la explosión de casos, el gobierno indio congeló las exportaciones para el uso de las dosis en su país. El fin de la prohibición se espera para dentro de varios meses.
Uno de los objetivos es ahora aumentar la producción. La idea más debatida en este sentido es la suspensión temporal de las patentes de las vacunas y otros productos antivirales.
Las conversaciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC) han avanzado esta semana, pero no se espera un acuerdo rápido.
Según sus partidarios, la suspensión impulsaría la producción en los países en desarrollo.
Pero sus detractores abogan, en cambio, por levantar las barreras al comercio de ingredientes y las “licencias obligatorias”.
Para la industria farmacéutica, la incorporación de nuevos fabricantes, a veces inexpertos, supone el riesgo de desperdiciar recursos valiosos y escasos.
La OMS ha pedido esta semana a los fabricantes que pongan a disposición de Covax la mitad de su producción de dosis de anticovirus este año.
Y el 1 de junio, los dirigentes de varias instituciones internacionales pidieron al G7 que destinara 50.000 millones de dólares a un plan antipandémico.
Esto debería permitir inmunizar al 40% de la población mundial a finales de 2021 y al menos al 60% a finales de 2022.