La batalla por gobernar la Región Metropolitana de Santiago, donde vive más de un tercio de la población chilena, tiene en vilo al país este domingo y es la gran pelea de la segunda vuelta de las elecciones regionales en la que se enfrentarán dos izquierdas, una centrista y otra más radical.
El candidato de la Democracia Cristiana (DC) al gobierno de la capital, Claudio Orrego, representa un ala más tradicional dentro de la oposición chilena, mientras que Karina Oliva pertenece al Frente Amplio (FA), una coalición que nació en 2017 como una izquierda renovada y más moderna.
“Somos proyectos diferentes. Tenemos propuestas concretas y, lo más importante, vamos a trabajar con todos los alcaldes para levantar nuestra región”, aseguró Orrego tras emitir su voto, popular por haber sido ministro, intendente y alcalde -un cargo similar al que opta ahora-.
Mientras, vestida de morado (en alusión al movimiento feminista), Oliva acudió a votar escoltada por rostros conocidos del ala más radical.
“Queremos recuperar la Región Metropolitana para los ciudadanos y que el crecimiento no sea para los mismos de siempre, sino para todos”, dijo.
El triunfo de Oliva confirmaría la consolidación del Frente Amplio, agrupación integrada por dirigentes estudiantiles y activistas sociales, y estaría en línea con las elecciones de mayo pasado, donde predominó el voto en contra de los partidos tradicionales que se han repartido el poder desde el retorno a la democracia en 1990.
Para la politóloga de la Universidad de Chile Claudia Heiss, Oliva tiene un discurso lleno de alusiones al feminismo o al movimiento LGTBI pero, “tiene propuestas menos sólidas” que Orrego, a quien se le atribuye más experiencia pese a ser percibido como un “símbolo de la oligarquía” y un “mal menor” de la derecha.
Trece millones de personas están llamadas a votar en 13 de las 16 regiones del país -otras tres ya tienen asegurado a su candidato en la primera vuelta- y la lectura de los resultados se hará con la vista puesta en las elecciones presidenciales del próximo 21 de noviembre, especialmente en el candidato que salga en la capital.
El gobernador de la Región Metropolitana opta a ser el cargo más votado después del de jefe de Estado y será la autoridad regional de más de 7 millones de habitantes, y podría convertirse en el bastión de un precandidato a la presidencia.
Oliva inclinaría el eje de la oposición hacia la izquierda radical, y podría empujar al pro-amplista Gabriel Boric, o incluso a Daniel Jadue, del Partido Comunista, que lidera las encuestas. Por otro lado, Orrego podría ser la figura que mueva a un candidato moderado.
Estas elecciones son vistas por gran parte de la sociedad como un paso histórico hacia la descentralización del país, ya que por primera vez se elegirán gobernadores en las urnas, cargo que antes era designado por el Ejecutivo.
Los elegidos asumirán el 14 de julio por un período de cuatro años y se convertirán en autoridades de gran visibilidad y, en muchos casos, en contrapoderes territoriales del centralizado Santiago.
Se espera que la participación sea menor que la de los comicios de mayo pasado, en los que participó el 43% del padrón electoral debido a un brote de covid-19 que obligó a poner en cuarentena a toda la capital desde el sábado.