GINEBRA. Unos 270 millones de personas corren el riesgo de padecer hambruna debido a los conflictos, el impacto de las catástrofes climáticas y la crisis económica provocada por Covid-19, que aumentó los niveles de inseguridad alimentaria mundial, advirtió el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Además, el número de personas que ya rozan los niveles de hambruna aumentó a 41 millones, 7 millones más de lo previsto a principios de año, dijo el portavoz del PMA, Tomson Phiri, en una conferencia de prensa en Ginebra.
“Sin una ayuda alimentaria de emergencia inmediata, se enfrentan a la inanición, ya que el más mínimo sobresalto les empujará al precipicio de la hambruna”, dijo.
La ONU expresó su especial preocupación por la situación en Etiopía, Madagascar, Sudán del Sur y Yemen, países en los que 584.000 personas podrían enfrentarse a condiciones de hambruna grave, así como en Nigeria y Burkina Faso, donde se han registrado grupos de personas en este estado en los últimos meses.
Mientras tanto, los precios de los alimentos siguen subiendo a nivel mundial en una situación que aún no se ha normalizado y que sigue empeorando para los países en desarrollo, advirtió el PMA. “El precio de no hacer nada ante estas crecientes necesidades alimentarias se medirá inevitablemente en términos de vidas perdidas”, dijo Phiri.
Además, la ONU advirtió del impacto económico a largo plazo de la hambruna, que va desde la pérdida de productividad hasta el aumento de los costes sanitarios.
El informe de la agencia alimentaria de la ONU destaca que el número de personas en riesgo de caer en el peor umbral de la inseguridad alimentaria, el de la hambruna, ha pasado de los 34 millones previstos a principios de año a los 41 millones actuales, por lo que el PMA quiere llamar la atención de toda la comunidad internacional para que aumente su nivel de apoyo a los más vulnerables.
La agencia de la ONU ha advertido ampliamente de la falta de fondos, que ha provocado recortes en programas de los que dependen cientos de miles de personas para su supervivencia.
El PMA se ha centrado en el “futuro de incertidumbre y hambre” de muchos refugiados, coincidiendo con el Día Mundial del Refugiado que se celebra mañana.
En África Oriental, tres cuartas partes de los refugiados han visto recortadas sus raciones de comida, en algunos casos a la mitad, y la falta de fondos se repite también en otras zonas, ya que, por ejemplo, la ayuda a 242.000 sirios en Jordania también se reducirá si no llega más dinero antes de finales de agosto.
Ange, una congoleña que ahora vive en Ruanda, cuenta que las restricciones de movilidad adoptadas por la pandemia del Covid-19 les impidieron poder salir de los campamentos. “No podíamos traer nada porque todo el trabajo fuera de los campamentos se detuvo” y “la situación empeoró cuando se redujo la ración de alimentos”, añade.
La directora de emergencias del PMA, Margot van der Velden, atribuye esta escasez al “impacto de la pandemia en la financiación de los gobiernos donantes”, que acaba perjudicando a los más vulnerables. Por ello, insta a la comunidad internacional a “no dar la espalda a los refugiados cuando más lo necesitan”.
Asimismo, el hambre entre los refugiados creció durante la pandemia, también afectada por la reducción de la financiación y la ayuda enviada durante la emergencia sanitaria, concluye el informe del Programa Mundial de Alimentos.