A pocas semanas del vigésimo aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre, los acontecimientos de Afganistán resuenan con más fuerza en el mundo.
En los últimos veinte años, el terrorismo internacional ha evolucionado radicalmente en sus métodos, objetivos y organización a raíz de la aparición de Al Qaeda y su alianza con los talibanes, un grupo que cobró protagonismo en los años ochenta y noventa y que tomó el poder por primera vez en Afganistán en 1996.
Sin embargo, tras la invasión estadounidense de ese país en 2001 y la derrota de los talibanes, así como la muerte de Osama bin Laden en 2011 en Pakistán, cuando el mundo creía que Al Qaeda había sido derrotada, nació el Estado Islámico (EI o ISIS).
Ahora que los talibanes han tomado Kabul por segunda vez y que las tropas occidentales lideradas por Estados Unidos están abandonando el país, el terrorismo volvió a hacer acto de presencia con dos atentados suicidas reivindicados por el ISIS que han dejado decenas de muertos, entre civiles, soldados estadounidenses y combatientes talibanes.
¿Por qué el IS se ha dedicado a atacar a Al Qaeda y a los talibanes? ¿Cuál es la diferencia entre estos grupos islamistas radicales?
El movimiento talibán (que significa “los estudiantes”), fundado por el mulá Omar, es de origen suní y pretende formar un Estado gobernado bajo la sharia o ley islámica, llamado Emirato Islámico de Afganistán.
Tanto los talibanes como Al Qaeda surgieron entre los años 80 y 90 tras la invasión soviética, cuando los llamados muyahidines lucharon contra la ocupación con el apoyo de Estados Unidos. Sin embargo, los talibanes son un movimiento local con una filial aliada en Pakistán.
Las costumbres tribales del pueblo pastún (con presencia en Afganistán y Pakistán) guían a la organización talibán, donde se anula el papel de las mujeres y se las obliga a llevar burka, además de tener un sistema de castigos que incluye ejecuciones públicas y amputaciones.
Además, su dependencia del tráfico de opio y heroína para financiarse les ha convertido en los “mayores narcotraficantes del mundo”, según el escritor italiano Robeto Saviano y la periodista especializada en crimen organizado Gretchen Peters.
Al Qaeda (“la fundación”), por su parte, tiene una concepción del Islam basada en el wahabismo, una visión más ortodoxa de la corriente suní, y su táctica es la yihad o guerra santa contra los enemigos del Islam. Por tanto, más que el control de un territorio, busca globalizar su influencia y extender el terrorismo como una red internacional.
En realidad, Al Qaeda es actualmente el nombre utilizado por varias organizaciones que se escindieron tras la muerte de Bin Laden, y su sucesor, Aymán al Zawahirí, ha evitado desde entonces los atentados contra Occidente, optando por crear redes en comunidades locales en lugares como Yemen y Mali, aunque sigue decidido a continuar la guerra contra los no creyentes.
En varios países actúan diferentes grupos afiliados a Al Qaeda, como Abu Sayaf (Filipinas), el Frente Al Nusra (Siria) o Jemah Islamiya (Indonesia, Singapur y Malasia), que siguen el modelo de guerra de guerrillas.
En 2004, el jordano Abu Musab al Zarqawi, líder de la organización Jama’at al Tawhid wal Jihad, juró lealtad a Al Qaeda tras la invasión estadounidense de Irak y fundó una filial del grupo en ese país, que se convirtió en la mayor amenaza para las fuerzas estadounidenses y sus aliados.
Tras la muerte de Zarqawi en 2006, Al Qaeda creó una organización alternativa llamada Estado Islámico de Irak (EII).
En 2010, el clérigo Abu Bakr al Baghdadi asumió el liderazgo de la organización -ya debilitada por el asedio de las tropas estadounidenses-, la reconstruyó y llevó a cabo múltiples ataques terroristas en Irak. En 2013, se unió al frente Al Nusra en Siria y luchó contra el presidente sirio Bashar al Assad.
En abril de ese año, Al Baghdadi cortó los lazos con Al Qaeda, anunció la fusión de milicias en Irak y Siria y las bautizó como Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), siguiendo la rama salafista del Islam que busca el retorno a la religión clásica (en el pasado, la región del Levante comprendía Siria, Líbano, Jordania, Israel y Palestina).
Pero el estallido del Estado Islámico se produjo en junio de 2014, cuando tomó el control de Mosul, la segunda ciudad del país, e instauró un califato, una forma de Estado distinta a la de los talibanes, dirigida por un líder religioso y bajo la ley islámica radical de raíz suní.
Durante su califato, llevó a cabo ejecuciones públicas, decapitaciones masivas de cristianos reacios a convertirse al Islam, así como la destrucción de templos y mezquitas y atentados en varios países del mundo.
La visión del Estado Islámico (EI o ISIS) sobre el Islam es más extrema que la de los talibanes, a quienes considera “apóstatas” por negociar con Occidente y critica que no apliquen estrictamente la ley musulmana. Ni que decir tiene que los militantes del ISIS se consideran los únicos creyentes.