BERLÍN. La salida de la canciller alemana Angela Merkel provoca el temor a un vacío de poder en la Unión Europea, en un momento en que el bloque se enfrenta a varios retos fundamentales para su supervivencia, pero también a la esperanza de una renovación.
En los últimos meses, los dirigentes de la Unión Europea (UE) han multiplicado los homenajes y agradecimientos a quien dirige Alemania desde 2005, igualando en longevidad al Canciller de la Reunificación, Helmut Kohl (1982-1998).
Para el politólogo germano-griego Janis Emmanouilidis, del think tank European Policy Center, no hay duda de que la marcha de Merkel marca “el fin de una era” para la UE.
“Por supuesto que su marcha deja un vacío”, dijo Emmanouilidis. En su opinión, Merkel tuvo que hacer frente a una “crisis permanente” de la UE en sus 16 años como canciller de Alemania.
Entre esas crisis, destaca el colapso financiero de 2008, la ola migratoria, el Brexit y la pandemia de coronavirus, todos ellos momentos críticos en los que mostró “continuidad y firmeza”.
Para Emmanouilidis, el próximo jefe de Gobierno de Alemania tendrá que “crecer para alcanzar esa dimensión”.
La salida de Merkel, que se hará efectiva en las próximas semanas una vez que se haya formado un nuevo gobierno tras las elecciones de mañana en Alemania, se produce en un momento en el que la UE tiene que afrontar cuestiones cruciales a corto y medio plazo: cómo reaccionar y sobrevivir a la crisis climática, el reajuste de las relaciones con Washington y la recuperación económica tras la pandemia de coronavirus.
La cuestión, pues, es quién podrá llenar el vacío político a nivel europeo que deja Merkel. La Alemania de Merkel, con sus decisiones clave sobre la inmigración, la defensa de la austeridad, la ampliación hacia el este o finalmente a favor del endeudamiento conjunto, ha configurado una Unión Europea que ahora mira con incertidumbre la sucesión de la canciller.
La apertura masiva de fronteras a inmigrantes y refugiados en 2015, percibida como una decisión personal de Merkel sin consultar a sus socios europeos, configuró una Europa en la que surgieron como reacción movimientos populistas que en Alemania alimentaron a la extrema derecha.
El impulso de la ampliación de la UE hacia Europa del Este, con el claro empuje de Berlín, para muchos el origen de la reciente dilución del proyecto europeo e incluso un argumento utilizado por los partidarios del Brexit, fue otra indudable contribución de la era de la canciller.
Como lo es ahora, impulsada por la pandemia, la conversión de Berlín al principio de un endeudamiento conjunto de los 27, anatema durante la crisis del euro de hace más de una década, cuando los países del sur de la UE acusaron a Alemania de su estrangulamiento económico.
SE OLVIDAN DE EUROPA
A falta de saber no sólo quién ganará las elecciones de hoy -en las que el debate sobre Europa ha sido prácticamente inexistente-, sino sobre todo qué coalición gobernará el país, es arriesgado precisar cuáles serán las prioridades de Berlín en Europa y en el mundo.
“Creo que Alemania no puede eludir su papel de líder dentro de la Unión Europea simplemente porque es la mayor economía y su mayor socio y, tras el Brexit, y quizás con una Francia algo distraída, estará automáticamente en el asiento del conductor cuando se trate de tirar de la UE“, explica la politóloga Sudha David-Wilp, subdirectora del German Marshall Fund,.
Añade que Berlín debería haber avanzado hacia la adopción de la “responsabilidad global” incluso bajo el mandato de Merkel y advierte que ahora Alemania puede tener que “asumirla, aunque sea a regañadientes”.