Tres empresas chinas (JD.com, Meituan y Neolix) obtuvieron en Pekín el pasado mes de mayo las primeras matrículas para vehículos de reparto no tripulados, que, aunque de momento sus operaciones se limitan a zonas piloto, amenazan el trabajo de millones de repartidores chinos.
En 2020, la demanda de entregas a domicilio se disparó durante la pandemia en China, cuando se pasaba más tiempo en casa.
En ese año, se hicieron 17.100 millones de pedidos de comida a domicilio (doce per cápita al año de media) y las empresas de paquetería entregaron 83.000 millones de paquetes (59 per cápita al año) en China, cifras que suponen un crecimiento respecto a 2019 del 7,5% y el 30%, respectivamente.
Dada la estrategia de tolerancia cero de China contra el virus, cada vez que se detecta un caso en un barrio, se cierra herméticamente y, en el último año y medio, se han utilizado con frecuencia vehículos no tripulados para suministrar alimentos a las comunidades, lo que ha servido como campo de pruebas para ellos.
El coste de un vehículo de reparto no tripulado será inferior a 100.000 yuanes (15.478 dólares, 13.244 euros) dentro de tres años, lo que los haría más atractivos para las empresas de reparto, según un informe de la empresa de inversión Chentao Capital.
Según datos de la empresa de reparto de alimentos Meituan, más de 4,7 millones de conductores de reparto recibieron un salario en su plataforma en 2020, lo que supuso un desembolso de 48.690 millones de yuanes (7.537 millones de dólares, 6.450 millones de euros), el mayor coste operativo al que tuvo que hacer frente la empresa.
La plataforma de comercio electrónico JD.com emplea a 190.000 conductores de reparto que se encargan de la “última milla”, la parte más compleja de una red logística.
Por ello, las empresas del sector llevan tiempo explorando la posibilidad de sustituir a sus conductores de reparto por robots, ya sean terrestres o aéreos.
Ya en 2016, Meituan instituyó en su organigrama un grupo de trabajo dedicado a la tecnología de vehículos de reparto autónomos y en 2018 presentó su primer vehículo diseñado para operar dentro de un centro comercial de Pekín.
En julio de este año, la misma empresa llegó a un acuerdo con el distrito Jinshan de Shanghái para poner en marcha una zona de pruebas de entrega con drones.
Estas empresas no solo buscan una potencial mayor rentabilidad, sino que también se preparan para un futuro en el que no podrán contratar conductores de reparto humanos con tanta facilidad.
Según el 14º Plan Quinquenal de China (2021-2025), la población en edad de trabajar (16-59 años) se reducirá en 35 millones de personas, un hecho que podría suponer una reducción de la bolsa de trabajo de las zonas rurales de la que se nutren estas empresas.
El Ministerio de Recursos Humanos chino ya señaló en abril que 30 ciudades, entre ellas las más importantes como Pekín, Guangzhou y Shanghai, se enfrentan a una “escasez” de conductores de paquetería, cada uno de los cuales entrega entre 150 y 200 paquetes al día, según el Economic Information Daily.
Según el informe, de momento estos repartos son más adecuados para compras en supermercados o productos que, a diferencia de la comida preparada, no requieren inmediatez, ya que, con los vehículos no tripulados, el destinatario es el responsable de recoger los productos porque el vehículo-robot no es capaz de llegar hasta la propia puerta.
De momento, el hecho de que estos vehículos no puedan tomar ascensores o subir escaleras es un gran hándicap frente a un repartidor humano, pero el sector, según el informe de Chentao Capital, “aún se encuentra en una fase preliminar a una aplicación comercial masiva”.