El abandono o deserción escolar por la pandemia de Covid-19, que hasta ahora ha alcanzado a 847 mil 072 alumnos, desde preescolar hasta la universidad, ha significado una inversión desperdiciada de 27 mil 127 millones de pesos, según cálculos realizados con cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Para especialistas del sector educativo, esta cantidad es “una carita” debido a que el mayor costo será “incalculable” en el futuro, pues “al tener truncados los ciclos escolares, su futuro es sombrío” en el sector laboral y social. Aunque consideraron que la estimación realizada por este medio es una “medida aproximada” del impacto en el sector.
Manuel Gil Antón, investigador de El Colegio de México, dijo que “al multiplicar el costo por alumno por los que abandonaron la escuela, tenemos una medida aproximada que puede ser utilizada como analogía de la realidad”.
Aunque agregó que “el costo es incalculable, ya que la desafiliación escolar tiene un costo incalculable, en la medida en que los procesos de aprendizaje y las brechas de socialización son ‘pagables’ en el futuro, debido a la reducción en el desarrollo del talento y la capacidad de relacionarse con los demás”.
En su Informe de Actividades 2021, la SEP informó que debido a la pandemia 656 mil 072 alumnos de preescolar, primaria y secundaria abandonaron la escuela. En ese mismo periodo, el Gobierno Federal estimó una inversión de 28 mil 600 pesos por alumno, lo que implica una inversión desperdiciada de más de 18 mil 763 millones de pesos.
En secundaria, donde 160 mil adolescentes abandonaron sus estudios, la inversión por alumno fue de 35 mil 900 pesos. Esto significa un total de cinco mil 744 millones de pesos.
Y en el sistema universitario, 31 mil jóvenes abandonaron, para lo cual se destinó un promedio de 84 mil 500 pesos, que suman dos mil 619 millones de pesos.
Marco Fernández, investigador del Tec de Monterrey y de México Evalúa, afirmó que antes de la pandemia existía un grave problema de desigualdad en el aprendizaje y en el acceso a las oportunidades educativas. En este contexto, la pandemia provocó “un grave problema adicional que repercutirá en la competitividad de estos estudiantes en el futuro, en la calidad de su trabajo y en el hecho de que formarán parte de una fuerza laboral poco preparada”.
El investigador aseguró que esto termina provocando que el país “deje de ser competitivo, de atraer más inversiones y de tener una mejor calidad de trabajo para sus ciudadanos”. Si México tiene estos problemas de mano de obra poco educada, con pocas posibilidades de análisis, no se convierte, en la competencia global, en un lugar atractivo para que las empresas identifiquen profesionales capacitados y con pensamiento crítico”.
Aseguró que “lo que es una tragedia es que si hay una política social que por excelencia debe atender la pobreza y la desigualdad, es la educación, por eso sorprende que el gobierno no haya podido establecer una estrategia para tratar de minimizar… los impactos negativos derivados de la pandemia en materia educativa”.
Comentó que antes de la pandemia ya había indicios del mal diseño de la política educativa de este gobierno. “Tanto es así que, a pesar de que habían implementado una política de becas generalizada, la matrícula se redujo en 1,8%: cerca de 90 mil jóvenes dejaron de estudiar. Esto fue un año antes de la pandemia de Covid-19.
“Esto se debe a que uno de los problemas de este gobierno es que desprecia el uso de la evidencia para poder orientar sus decisiones en diversas áreas, una de ellas es la educación”.
Fernández indicó que este problema no se resuelve sólo con la entrega de becas. “Los niños que no aprenden empiezan a sentir que están perdiendo el tiempo. Si no tienen en casa, por la escolarización de sus padres, a alguien que les dé información de por qué es muy importante para su futuro seguir estudiando, todo esto se junta y acaba haciendo que muchos niños, frustrados por la falta de aprendizaje, abandonen la escuela”.
Por ello, este gobierno necesitaba “haber apostado por la tutoría y el acompañamiento de los profesores para estos niños que tenían problemas y con claros indicios de abandono escolar, pero este gobierno recortó los recursos, no había recursos para la tutoría y el acompañamiento y para facilitar el contacto con los profesores y ahora hemos visto que Aprender en Casa tenía serias limitaciones”.