El modus operandi se repite cada fin de semana. Decenas de personas llegan a las puertas de la sucursal de Costa Rica, al sur de Culiacán, Sinaloa, para hacer fila y cobrar las remesas de Estados Unidos. Lo que más llama la atención es que muchos de ellos son jóvenes, algunos con radios.
En el interior del banco, ubicado en la avenida Independencia, un hombre espera con una riñonera en la que recoge parte del dinero recaudado en la caja.
“No podríamos decirle nada a la gente, no vienen armados, pero sí entran con los radios que usan los halcones, sabemos que estas entregas no son enviadas por familiares que trabajan del otro lado”, dice un ex empleado de la sucursal.
En otras ocasiones son amas de casa las que hacen el depósito con cantidades variables. “Una vez me tocó una señora que no sabía ni quién le mandaba el dinero y una amiga que estaba con ella le dijo: ‘Pues dile que tu hijo trabaja allí'”, cuenta.
Con 6.15 por ciento de hogares que reciben remesas y sólo 1.25 por ciento con integrantes que migraron a Estados Unidos entre 2015 y 2020, Culiacán es considerado por el Consejo Nacional de Población (Conapo) como un municipio de baja intensidad migratoria.
Y sin embargo, la capital sinaloense es el séptimo municipio que más remesas captó en 2020, y ahora ya es el sexto: 370 millones de dólares el año pasado y 210 millones entre enero y junio de 2021, todo en medio de una pandemia que contrajo la actividad económica mundial.
Aunque parezca sorprendente, en el momento más álgido de la crisis y el desempleo, las remesas que llegaron a México rompieron récords al sumar 40 mil 605 millones de dólares el año pasado, y en el primer semestre de 2021 ya son 23 mil 647 millones de dólares, según cifras del Sistema de Información Económica del Banco de México (Banxico).
Hay 20 municipios que concentran una quinta parte de los envíos, pero ninguno de ellos está clasificado como de alta intensidad migratoria. Sin embargo, hay algo común en la mayoría de ellos: son zonas con fuerte presencia del crimen organizado.
Encabezan la lista Tijuana, Guadalajara, Puebla, Morelia, Ciudad Juárez, Culiacán, León, Zapopan, Oaxaca, Monterrey y San Luis Potosí.
Esta coincidencia hace pensar a los especialistas que la mano de la delincuencia podría estar detrás de este mar de envíos de dinero para blanquearlo tras el cierre físico de las fronteras, por donde cruzaba el efectivo.
“Efectivamente hay un tema que no cuadra particularmente para el 2020… Las remesas aumentaron considerablemente, pero lo que llama la atención es que es justo en medio de una crisis económica por la pandemia, donde el desempleo en Estados Unidos aumentó y la actividad económica se contrajo.
“Si hay menos oportunidades de trabajo, hay negocios que están cerrando, hay menos actividad económica y el desempleo aumentó para este segmento de la población (los migrantes), ¿cómo es que hay más remesas? Ahí empieza la posibilidad de que el crimen organizado esté participando en este tipo de actividades”, dice José Andrés Sumano, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef).
De acuerdo con el Anuario de Migración y Remesas México 2021, elaborado por el gobierno mexicano y el banco BBVA, la tasa de desempleo de la población nacida en México que vive en Estados Unidos pasó de 5.4 por ciento en enero de 2020 a 17.1 por ciento en abril de ese año. Aunque disminuyó con el paso de los meses, en enero de 2021 seguía por encima de los niveles previos a la pandemia (ocho por ciento).
Guillermo Huerta Ramírez, coordinador del Diplomado en Recuperación de Activos del Crimen Organizado de la Universidad Anáhuac, coincide con la hipótesis de Sumano Rodríguez.
“Sí fue un año muy atípico por la pandemia y el cierre de las fronteras. Normalmente lo que se hace es traer físicamente el dinero y entregarlo a las familias, obviamente eso no ocurrió por la pandemia.
“Sin embargo, también debe haber un porcentaje en el que el crimen organizado buscó seguir operando… todo el dinero que reciben suele ser dinero físico y tratan de ponerlo en circulación para enviarlo a diferentes países”, explicó el especialista.
En su Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2020, la Administración para el Control de las Drogas de Estados Unidos (DEA) advierte que las organizaciones criminales mexicanas “utilizan transferencias bancarias, cuentas comerciales legítimas y ficticias, cuentas canalizadas y depósitos estructurados con empresas de remesas para mover dinero mientras ocultan la ruta de los ingresos ilícitos”.
Mientras tanto, en México, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) no tiene hasta ahora ninguna investigación al respecto, dice José Antonio Licea, encargado de comunicación social de la dependencia.
Hay otro hecho que despierta sospechas. Entre los principales receptores de remesas están los municipios del DF.