La COP26 comienza el lunes su semana crucial. Tras el desfile de líderes y celebridades, el optimismo del anfitrión Boris Johnson y el pesimismo de Greta Thunberg, 194 países tratarán de superar los desacuerdos que llevan años frenando la lucha contra el calentamiento global.
En el ecuador de la reunión, el balance es agridulce. “Hemos avanzado mucho más en algunas cosas de lo que podría haber imaginado hace dos años, pero está lejos de ser suficiente”, dijo Helen Mountford, del Instituto de Recursos Mundiales.
La gran conferencia anual de la ONU sobre el clima, cancelada el año pasado a causa de la pandemia y organizada del 31 de octubre al 12 de noviembre en la ciudad escocesa de Glasgow, vio una avalancha de anuncios pomposos en su primera semana.
Países como Brasil, Argentina e India reforzaron sus objetivos de reducción de emisiones.
Un centenar de Jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a detener la deforestación de aquí a 2030, y otros tantos a emitir un 30% menos de metano, un gas con un efecto invernadero 80 veces superior al del CO2.
Unos cincuenta países se comprometieron a dejar de usar carbón para producir electricidad y cientos de instituciones financieras privadas ofrecieron miles de millones de dólares en préstamos.
Ha habido “un verdadero impulso a la acción climática”, dijo un portavoz de la administración Johnson, que quiere presentarse ante el mundo como un campeón de la lucha contra el calentamiento global.
Un imán para la opinión pública, como los actores Leonardo DiCaprio e Idris Elba, el músico Robert Del Naja – alias 3D – líder de Massive Attack, o la diseñadora de moda Stella McCartney, que acudieron a Glasgow para expresar su compromiso climático, será hoy el turno de Barack Obama.
El expresidente estadounidense comprometió a su país en 2015 con el histórico Acuerdo de París, que fijó el objetivo global de mantener por debajo de +2 °C, y si es posible +1,5 °C, el aumento de la temperatura global. Una ambición a la que Glasgow debe dar contenido.
Obama se dirigirá al plenario de cerca de 200 delegaciones, a las que se unirán el lunes los ministros de Medio Ambiente para entrar de lleno en la negociación de temas que llevan años estancados.
“Sobre la transparencia”, para que todos puedan controlar que los demás hacen lo que prometen, “no se ha hecho ningún progreso real”, admitió a la AFP una fuente diplomática.
“Sobre el calendario común”, para que todos los países basen sus compromisos en los mismos plazos comparables, “teníamos ocho opciones y ahora tenemos nueve”, explica, considerándolo “indescifrable para los ministros”.
Y “no llegaremos a la petición de algunos Estados“, en particular los países vulnerables, de que las revisiones de las medidas se hagan anualmente en lugar de cada cinco años, añadió.
Otro gran escollo: el funcionamiento de los mercados de carbono, que permiten vender y comprar derechos de emisión de gases a la atmósfera.
O simplemente su existencia, a la que se oponen países como Bolivia.
Los compromisos para 2030 con los que los países llegaron a Glasgow dejaban a la Tierra encaminada a un calentamiento de +2,7ºC, lo que conllevaría consecuencias caóticas, como sequías, inundaciones, subida del nivel del mar y la aparición de millones de refugiados climáticos.
Rachel Rose Jackson, de la ONG Corporate Accountability, denuncia que los países ricos “se precipitan por la escalera de incendios en lugar de ayudar a apagar el fuego que han provocado en nuestro único hogar”, sobre la responsabilidad histórica de las naciones industrializadas en la emisión de carbono que ya ha aumentado la temperatura en +1,1ºC respecto a la era preindustrial.
En 2009 se comprometieron a aportar 100.000 millones de dólares anuales a las naciones en desarrollo a partir de 2020. Pero más de una década después siguen sin poder llegar a fin de mes.
“Esta primera semana es una decepción, la mayoría de nuestras preocupaciones no han sido realmente tenidas en cuenta”, declaró a la AFP Ahmadou Sebory Touré, presidente del Grupo 77+China, que reúne a 134 países en desarrollo y emergentes.