CRACOW. Las autoridades polacas informaron de que han aumentado sus efectivos militares en la frontera con Bielorrusia ante lo que ya califican de “amenaza” para la seguridad del país por la llegada masiva de migrantes apoyados por el régimen de Minsk.
Miles de migrantes desesperados están bloqueados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, a las puertas de la Unión Europea (UE), una situación que ayer generó una gran tensión entre los dos países y que también salpicó a Rusia, que según los responsables de Varsovia, está orquestando esta crisis.
El coronel Marek Pietrzak, portavoz de las Fuerzas de Defensa Territorial polacas, anunció que hay 8.000 efectivos de este cuerpo de voluntarios “listos para movilizarse”, en lo que constituye un paso más en el despliegue de fuerzas en una zona a la que se ha prohibido el acceso.
Por su parte, el presidente polaco, Andrzej Duda, acusó a Bielorrusia de un “ataque sin precedentes”.
Por su parte, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, acusó al presidente ruso, Vladimir Putin, de orquestar este gran movimiento de migrantes que intentan entrar ilegalmente en Europa.
Bruselas prometió aumentar sus sanciones contra el régimen de Aleksander Lukashenko y el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, expresó ayer su apoyo a Varsovia en esta crisis.
Bielorrusia, por su parte, advirtió a Polonia que no debe, bajo ninguna justificación, utilizar la fuerza contra los inmigrantes en la zona fronteriza entre ambos países.
Durante la noche del lunes se produjeron varios intentos de grupos de refugiados de derribar la valla que marca la frontera en la zona de Kuznica y se dañaron varias instalaciones, como postes de alumbrado y alambradas.
El gobierno polaco decretó “hasta nuevo aviso” el cierre al tráfico civil de las carreteras de la zona donde se produjeron estos incidentes, una medida más estricta que el estado de emergencia vigente desde el 2 de septiembre en los casi 200 municipios fronterizos con Bielorrusia.
Polonia, Lituania y Letonia acusan a Minsk de permitir e instigar la llegada a la frontera de ciudadanos de Irak, Afganistán y Siria, entre otros países, con la promesa de poder entrar en la Unión Europea.
Debido a las bajas temperaturas y a la falta de provisiones y protección, al menos diez refugiados han muerto en la frontera en los últimos dos meses.