KIEV. Ucrania y Rusia han intercambiado la expulsión de diplomáticos de alto nivel en una nueva muestra de la escalada de tensión entre ambos países. El incidente ha comenzado con la detención del cónsul ucraniano en San Petersburgo, Alexander Sosoniuk, acusado de recibir información clasificada relativa a los intereses del Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB).
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso anunció la declaración de persona “non grata” de Sosoniuk, a quien dio de plazo hasta el próximo miércoles para abandonar el país. En respuesta, el Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano emplazó al máximo diplomático de la Embajada rusa en Kiev a abandonar el país en un plazo de 72 horas a partir del 19 de abril.
Estas expulsiones se producen después de que el gobierno ruso convocara de urgencia al encargado de negocios ucraniano, Vasily Pokotilo, con motivo de la detención del cónsul, al recibir de manos de un ciudadano ruso información sobre las bases de datos del FSB.
“La parte rusa ha subrayado el carácter inaceptable de tal actividad, que es incompatible con la condición de empleado del consulado y afecta a los intereses de Rusia relacionados con su seguridad”, según el comunicado recogido por la agencia rusa de noticias Sputnik.
Ayer mismo, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, el teniente general Serhii Nayev, denunció la presencia de hasta 103.200 militares rusos en la región fronteriza con Ucrania tras la llegada de refuerzos.
“El nivel de amenaza militar junto a la frontera ucraniana ha aumentado, pero aún no se ha cruzado la línea crítica. Hasta el momento no observamos la formación de grupos ofensivos”, dijo Nayev en una comparecencia televisada. Añadió que las Fuerzas Armadas están preparadas para cualquier contingencia, incluso para la peor situación.
Se trata de un nuevo episodio en el largo conflicto que enfrenta a ambos países desde 2014 en Crimea y el este de Ucrania. En el caso de Crimea, Rusia se anexionó este territorio durante el conflicto de 2014 con Ucrania antes de que la población decidiera su incorporación en un referéndum mientras que la región de Donbás vive desde hace años un conflicto armado que enfrenta a las tropas ucranianas y a los separatistas prorrusos.
Por ello, la ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, señaló a Rusia por ser una amenaza “concreta e inmediata” para la seguridad europea. “El excesivo armamento de Rusia y su guerra en el centro de Europa crean amenazas reales”, dijo Kramp-Karrenbauer durante una charla en la Fundación Konrad Adenauer , cercana a la Unión Demócrata Cristiana.
“Señalarlo no es antirruso. Señalarlo es abordar un hecho político importante y tomar precauciones de seguridad activas para nuestro país y para Europa“, argumentó.
Así, acusó a Rusia de desplegar misiles “que pueden llegar a Alemania en poco tiempo”. “Esto se hizo en secreto y en contra de los tratados de control de armas existentes”, explicó.
Tras intentar ocultarlo, en 2018 Rusia confirmó el despliegue de misiles Iskander con un alcance de 500 kilómetros en el enclave de Kaliningrado, entre Polonia, Lituania y el mar Báltico.
Esta maniobra se interpretó como una reacción al despliegue de tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en los países bálticos.
Paralelamente, el gobierno checo señaló a los servicios secretos rusos como responsables de la explosión de 2014 en un arsenal del ejército en Vrbetice y anunció la expulsión de 18 trabajadores acreditados de la embajada rusa en Praga.
Los 18 ciudadanos rusos, considerados miembros de los servicios secretos rusos, tendrán que abandonar el país en un plazo de 48 horas, según anunció el viceprimer ministro y ministro de Exteriores checo, Jan Hamaceck, y recogió la prensa checa.
El Primer Ministro checo, Andrej Babis, explicó que esta información ya ha sido transmitida al Presidente checo, Milos Zeman, que estaría totalmente de acuerdo con la decisión adoptada.
“Sobre la base de pruebas claras obtenidas a través de una investigación de nuestras fuerzas de seguridad, debo decir que existe una sospecha razonable de la participación de agentes de la unidad 29155 del servicio secreto militar ruso en la explosión de los almacenes de municiones de Vrbetice en 2014″, declaró Babis.
El almacén número 16 de la base de Vrbetice explotó el 16 de octubre de 2014, y un segundo almacén, el número 12, corrió la misma suerte el 3 de diciembre del mismo año. Dos personas murieron en la primera deflagración, que causó importantes daños y obligó a evacuar los pueblos cercanos.
El propio Babis recordó en su comparecencia las dos muertes causadas por la primera explosión y destacó la labor de la Policía, en particular la del Centro Nacional de Lucha contra el Crimen Organizado. “La República Checa es un Estado soberano y debe responder en consecuencia a estos acontecimientos sin precedentes”, dijo Babis.