Enseñar el español a las máquinas y que éstas nos ayuden a enseñarlo a los demás es el reto lingüístico y cultural más importante del siglo XXI, pero es necesario hacerlo desde una perspectiva humanista y ética, y por ello el Instituto Cervantes promueve un decálogo de buenas prácticas.
Bajo la idea de que “no hay nada más ajeno que una máquina”, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha presentado este miércoles el primer “Decálogo ético para una cultura digital panhispánica”, un conjunto de buenas prácticas realizadas en el seno de la red Canoa, una plataforma panhispánica para la internacionalización de la cultura en español.
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Es la primera vez que se establece un código de comportamiento digital alineado con las directrices éticas de la Comisión Europea para una Inteligencia Artificial (IA) fiable.
La IA representa en la actualidad una transformación cultural de primera magnitud y su desarrollo debe plantearse desde el principio porque “las máquinas no piensan por sí mismas, sino que están programadas y existen medios muy potentes de control de las conciencias y de manipulación”, afirma el director del Instituto Cervantes.
Por ello, García Montero destaca la necesidad de “exigir una perspectiva ética para que toda la cultura digital se base en los valores democráticos, la libertad, la diversidad y la dimensión humanista”.
“Es importante que el desarrollo tecnológico vaya de la mano del desarrollo humano. No caigamos en la superstición de pensar que el futuro es simplemente una apuesta por la tecnología porque si nos olvidamos de la filosofía, el pensamiento, la literatura y las tradiciones humanistas, estaremos generando sociedades de siervos, manipuladas y al servicio de los grandes poderes”, subrayó.
García Montero expresa su rechazo a un patrón de programación de la IA “bajo un estricto dominio del modelo masculino blanco protestante” y dice querer “un paradigma que represente la diversidad y la igualdad de género”.
El decálogo destaca cómo “enseñando a las máquinas y trabajando con ellas con una perspectiva humanista conseguiremos que la tecnología esté realmente al servicio de la sociedad.”
También destaca la necesidad de que los algoritmos no sean “impenetrables” sino transparentes, y de construir redes globales y descentralizadas para el avance del español en el entorno de la IA.
“Enseñar una lengua a las máquinas implica transmitir una cultura y unos valores que deben reflejarse en el diseño de los sistemas y en su producción lingüística”, dice otro de los puntos de este decálogo, que también pide evitar los sesgos discriminatorios por ideología, origen y género, así como los relacionados con las brechas sociales o generacionales.
Precisamente la visibilidad de estos sesgos se ha puesto de manifiesto en una mesa redonda en la que han participado profesionales del mundo de la cultura y las nuevas tecnologías.
“La IA no es muy inteligente”, afirma Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA), quien cree que se generan “expectativas desproporcionadas” sobre ella al carecer de “conocimientos de sentido común”.
Un ejemplo, dice, son algunas conversaciones con Alexa, el asistente de voz virtual: “A la orden ‘Alexa, escribe lo siguiente en la lista de la compra’, Alexa responde: ‘Escribe lo siguiente en la lista de la compra'”.
“Nadie sabe cómo dotar a las máquinas de este conocimiento de sentido común” y aunque la IA es muy valiosa, hasta ahora lo que tiene son “habilidades sin entendimiento”, subraya la directora del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial.
Idoia Salazar, presidenta del Observatorio del Impacto Ético y Social de la Inteligencia Artificial (ODISEIA), considera que el actual es un momento fundamental de la historia “para saber encauzar la tecnología y llegar al punto al que queremos que llegue”, mientras que Mario Tascón, especialista en el mundo digital, explica cómo a veces la tecnología “se confunde con la magia”. “No es lo mismo la magia que un prodigio, que es lo que es la Inteligencia Artificial“, afirma.
Tras el debate, García Montero y representantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Caro y Cuervo, el Centro Cultural Inca Garcilaso y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (miembros de la red Canoa), leyeron cada uno de los “mandamientos” que componen este decálogo de cultura general panhispánico.