Los efectos adversos del cambio climático han provocado que poco más de 100 mil mexicanos migren de sus lugares de origen en lo que va del año, lo que lo convierte en la segunda causa de desplazamiento interno en el país, sólo después de la pobreza y aún más que la violencia.
De acuerdo con cifras del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (CMDI), durante el 2020, un total de 101 mil personas en todo México se vieron obligadas a dejar sus hogares debido a desastres naturales como inundaciones, ciclones, huracanes, frentes fríos, sequías e incendios, y para este año se espera que la cifra llegue a 110 mil nuevos desplazados o también llamados migrantes ambientales.
Sólo en Tabasco, las inundaciones provocadas por las fuertes lluvias de noviembre del año pasado causaron el desplazamiento de unas 3.600 personas que ya no pudieron regresar a sus hogares, según el IDMC.
Un mes antes, el huracán Delta, de categoría 4, que azotó la península de Yucatán y la costa sureste de Estados Unidos, dejó al menos 39.000 personas desplazadas, la mayoría de ellas en territorio mexicano.
Los peligros relacionados con el clima, particularmente las tormentas y la sequía, representaron la mayor parte de los nuevos desplazamientos asociados a desastres naturales el año pasado, lo que coloca a México entre las naciones latinoamericanas con mayor desplazamiento interno por este tipo de catástrofes, sólo después de Honduras, que enfrentó los huracanes Eta e Iota en menos de un mes, ambos dejando más de cuatro millones de personas afectadas en un país de casi 10 millones de habitantes. Entre ellos, siete mil migrantes ambientales.
En su informe sobre cambio climático y desplazamiento, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) advierte que el impacto de las catástrofes naturales y los efectos más graduales del calentamiento global, como el retroceso de las aguas, la subida del nivel del mar para las comunidades costeras, las sequías más prolongadas y duras, o el crecimiento de las zonas afectadas por la desertificación, pueden crear nuevas poblaciones desplazadas y plantear problemas a las ya existentes.
“El cambio climático y las catástrofes suelen exacerbar las condiciones que generan desplazamientos forzados a través de las fronteras, lo que supone un impulso adicional para huir”, subraya el documento.
En el caso de México, Pablo Escribano, experto en cambio climático y desplazamiento interno de la Organización Internacional para las Migraciones, ve con gran preocupación la vulnerabilidad de los mexicanos ante los impactos del cambio climático, especialmente en las zonas rurales de estados como Chiapas o Tabasco, agravada por procesos de deterioro social y aumento de la violencia.
“Vemos una situación bastante delicada en la que hay poblaciones muy vulnerables, sobre todo en zonas rurales y costeras, por lo que se prevé un aumento de la migración ambiental con consecuencias graves como el desarrollo de procesos de urbanización no planificados”, subrayó en entrevista con El Sol de México.
También señaló que nuestro país no ha logrado mapas de riesgo eficientes ni ha detenido la construcción de asentamientos humanos en zonas de alto riesgo. “La idea es que en un país como México, las autoridades eviten la construcción de asentamientos humanos en zonas de riesgo. Este es un foco de atención muy importante porque las poblaciones siguen construyendo en zonas muy vulnerables a los impactos del cambio climático, lo que representa un riesgo muy alto de desplazamiento”, agregó.
Asimismo, advirtió que para las zonas de recepción de estos desplazados ambientales, como la Ciudad de México, también existen peligros porque se disminuye el acceso a los servicios de salud o educación, además del riesgo de mayor violencia.
“Los estudios demuestran que las migraciones ambientales son principalmente internas, pero hay partes de México donde la sequía aumenta la migración hacia Estados Unidos, es decir, durante la temporada de sequía, la gente de las zonas rurales que sufre estas largas temporadas de sequía migra más a Estados Unidos“, dijo.
Este año, México sufrió la sequía más severa desde 2011, que vació las presas en la mayor parte del país y dejó imágenes como la del lago de Cuitzeo, en Michoacán, convertido en un arenal. Además, una feroz temporada de lluvias dejó severas inundaciones en el Estado de México, Jalisco y Chihuahua, así como el desbordamiento del río Tula en Hidalgo, dejando destrucción y decenas de muertos. Además, según la Comisión Nacional Forestal, de enero a octubre del año pasado, 617.142 hectáreas de bosques del país fueron consumidas por el fuego, casi el doble que durante todo el año anterior.