El número de cirugías estéticas se ha multiplicado este año en Argentina, por el efecto de la digitalización y las intervenciones retrasadas durante la pandemia, según el sector profesional de los cirujanos, que están preocupados por el impacto de las redes sociales y el creciente uso de los filtros de Instagram en la demanda de los pacientes.
“La cantidad de cirugías plásticas y reconstructivas se multiplicó por tres” entre noviembre de 2019 y noviembre de este año, según estimaciones del cirujano Edgardo Bisquert, miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (Sacper).
Lea también: La pandemia acentuó los trastornos alimentarios
Los cirujanos coinciden en que el auge de la digitalización exacerbó la demanda de intervenciones estéticas debido a que la gente se miraba constantemente la cara en las conexiones virtuales durante la pandemia, donde se detectaron arrugas, falta de pelo y pómulos caídos.
“El hecho de que la gente estuviera conectada virtualmente durante tanto tiempo les hizo mirarse más que antes y darse cuenta de las cosas que no les gustaban y querían corregir”, explica Bisquert.
A las intervenciones faciales se han sumado en los últimos meses las corporales por el efecto de “no llegar al verano” en forma, tras la dificultad de cuidarse o ir al gimnasio durante la pandemia.
A esto se suma el “efecto tapón” debido a la cantidad de prácticas que quedaron en suspenso durante las restricciones que hubo en 2020 o que se retrasaron por miedo durante la pandemia.
“Empezó a resolverse casi por completo en junio, julio y agosto de este año. Todos los grupos de edad y con o sin miedo comenzaron a acercarse a los sanatorios”, dice Bisquert.
Los pacientes, de todas las edades y casi por igual entre hombres y mujeres, solicitan cirugías de nariz, pómulos, párpados y papada, así como rellenos faciales con ácido hialurónico y toxina botulínica e implantes capilares, mientras que para el cuerpo piden aumento de mamas y lipoescultura.
La crisis económica que atraviesa Argentina no desalienta las inversiones en estética, al contrario, porque la alta inflación -52,1% en octubre- empuja a gastar los ahorros antes de que pierdan más valor.
“Al estar prohibido viajar, cuando se liberan las cirugías, en vez de viajar, prefieren operarse”, dice Bisquert.
Sin embargo, a los cirujanos argentinos les preocupa el impacto de las redes sociales y los filtros de Instagram para las fotos.
Los pacientes “han llegado a la consulta con una foto suya con filtros aplicados”, para que “un cirujano plástico pueda imitar lo que logró el filtro”, describió a Efe Paul Nani, miembro de la junta directiva de Sacper.
Según su experiencia, aunque hay otras aplicaciones, los pacientes acuden a la consulta con fotos capturadas con el filtro de Instagram en el 90% de los casos, función con la que pueden agrandar los ojos, conseguir el efecto “ojos de zorro”, modelar la nariz, aumentar los pómulos, rellenar los labios, eliminar las arrugas.
Nani añadió el efecto de las influencers “que se muestran de forma casi caricaturesca”, sin embargo es “muy común” que los pacientes acudan a la consulta diciendo “quiero tener la nariz de tal o cual influencer”.
El uso de filtros es una práctica de todas las edades, desde los 16 hasta los 70 años porque, para los cirujanos, con el crecimiento de Instagram, esa red social se ha convertido en un lugar de encuentro y exposición para las personas.
El tiempo de consulta se estira para “hacer entender a la gente que como la piel es un tejido biológico, no reacciona como un algoritmo en el ordenador”, explica Nani.
Otra de las preocupaciones es que la gente busca en las redes sociales a los cirujanos plásticos y no comprueba los datos del profesional en los listados de las sociedades científicas o los colegios médicos.
“El Google de antes es el Instagram de hoy, y buscan directamente al profesional en sus redes sociales”, explica Nani, donde pueden caer en manos equivocadas.
Los cirujanos que ejercen legalmente publican sus servicios en Instagram, pero se puede generar confusión con los llamados intrusos, que no tienen el título de médico ni la especialidad que pretenden ejercer.
“Toda la búsqueda ahora es por hashtag. Te lleva a cualquiera. Y te lleva a un intruso, que no es un colega y que se dedica a buscar seguidores”, añade Bisquert, que puede ser una persona que está ejerciendo de forma ilegal o que quizás tenga muchos seguidores pero comprados.
En las redes sociales se suben vídeos de procedimientos, se utilizan palabras comerciales para definir los tratamientos, se ofrecen promociones como “dos por uno” o “trae a tu amigo”, y la gente puede acabar en una consulta donde se realizan procedimientos sin seguir los protocolos. Entonces, una intervención mal realizada tiene que ser resuelta por un cirujano serio.