Durante décadas estuvo a la sombra de su hermano Fidel. Ahora, Raúl Castro se retira, a los 89 años, como un líder pragmático que lanzó reformas económicas sin precedentes en Cuba, pero se va sin concluirlas y sin ceder al principio del partido único.
Cuando su carismático hermano enfermó en 2006 y le cedió el poder, Raúl, acostumbrado a estar entre bastidores, fue el blanco de los focos.
“Nunca trató de emular la personalidad de su hermano, construyó su propio liderazgo más racional y pragmático”, dijo Michael Shifter, presidente del think tank Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
El país avanzó cuando asumió oficialmente la presidencia en 2008. Levantó las restricciones a los viajes al extranjero y liberó a los opositores de las cárceles.
También emprendió reformas económicas, permitiendo la venta de casas, mientras que muchos comenzaron a trabajar en el sector privado con la proliferación de pequeñas empresas.
Y en 2014 sorprendió al mundo anunciando el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, dando lugar a un deshielo que sólo duró hasta 2016.
Hombre reservado, se retira, dejando a Miguel Díaz-Canel, de 60 años, al frente del Partido Comunista de Cuba (PCC), el máximo cargo del país.
Enfundado en su uniforme militar, Raúl confirmó su retiro el viernes durante el octavo congreso del PCC.
“Mientras viva estaré dispuesto, con el pie en el estribo, a defender la patria, la revolución y el socialismo”, dijo.
La vida de los hermanos Castro estuvo marcada por el triunfo de la revolución en 1959.
“Después de la guerra (…) la presidencia, el exilio, cualquiera de las tres cosas, son de las que más unen a los hombres, y la mayoría pasamos por las tres”, dijo él mismo en el documental “La guerra necesaria” (1980).
Los orígenes de los Castro están en su Birán natal, en la provincia de Holguín (este), donde Raúl convivía con los hijos de los trabajadores de la finca de su padre, nadando en los ríos y en largas cabalgatas.
Con sólo 22 años y sin experiencia militar, se unió a su hermano Fidel para atacar el Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Entonces ganó fama al arrebatarle la pistola a un sargento.
Tras casi dos años de prisión, partieron en 1955 al exilio en México para volver a bordo del yate Granma e iniciar la guerra de la Sierra Maestra, que les llevó al triunfo dos años después.
A pesar de su rostro juvenil y lampiño, diferente al de otros revolucionarios “barbudos”, Raúl tomó duras decisiones. Se le atribuye la orden de fusilar a los agentes de la dictadura, tras la huida de Fulgencio Batista.
“No podía aparecer ante el enemigo como un alma caritativa”, diría en 1993 en una entrevista al Diario de México.
Sin embargo, era un líder comprometido con sus hombres. Conocía a sus tropas y no era un ministro de visitas relámpago a una base militar.
“Le gustaba hablar, charlar, hacer bromas y tomar una copa con sus oficiales (…) tiene esa cosa que los soldados aprecian”, dice a la AFP Hal Klepak, profesor emérito de historia y estrategia en el Real Colegio Militar de Canadá.
Su otra cualidad es que “siempre fue un buen organizador/administrador” y “demostró un gran talento y habilidad en la organización y dirección” de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), uno de los pilares de la actual Cuba, señala Shifter.
También fue responsable de la estructuración del PCC, otra de las bases del sistema político y social cubano.
Como ministro de Defensa durante 50 años, envió cientos de miles de soldados a luchar por la independencia de Angola y otros países africanos en los años 70 y 80, en el “mayor despliegue de fuerzas armadas de un país latinoamericano fuera de la región en la historia”, señala Klepak.
En ese periodo estuvo detrás del juicio que culminó con el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa por vínculos con el narcotráfico en 1989.
Aunque Raúl Castro ha sido un reformista, Shifter considera que su proyecto económico quedó inconcluso y que no “abrió cauces al pluralismo político” y “mantuvo un Estado autoritario y represivo”.
Al final de la revolución, se casó con su compañera de armas Vilma Espín, que murió en 2007. Tuvieron tres hijas y un hijo, y ninguno de ellos está en la línea de sucesión del poder.
El coronel Alejandro Castro Espín, hijo de la pareja, desapareció de la escena pública tras participar en las negociaciones secretas para el deshielo con Estados Unidos.
En el corazón de las montañas, en un pueblo de Santiago de Cuba, reposan las cenizas de Vilma y de otros 271 revolucionarios.
Es el mismo lugar donde Raúl estableció en 1956 el Segundo Frente del Ejército Rebelde y donde hay una cripta con su nombre grabado.