SANTIAGO. Algunos dicen sentir miedo, otros esperanza; unos hablan de libertad y otros de cambios radicales. Los chilenos elegirán hoy un nuevo presidente en un ambiente de polarización y suspense en un país que hasta hace unos años era un ejemplo de estabilidad.
Tanto el ultraconservador José Antonio Kast como el izquierdista Gabriel Boric cerraron esta semana sus campañas tras recorrer el país y tratar de convencer a última hora a los indecisos y al sector moderado, que marcarán la diferencia en una carrera reñida.
En las calles, en el transporte público o en las terrazas de un Chile veraniego no se habla de otra cosa que no sea la votación, que según los expertos es la más decisiva para el futuro del país desde el plebiscito de 1988 que sacó a Augusto Pinochet del poder.
Más de 15 millones de personas están llamadas a acudir este día a uno de los 2.500 colegios electorales, que desde hoy están custodiados por las fuerzas de seguridad.
A Gabriel Boric se le asocia con el estallido social que sacudió a Chile a finales de 2019, una histórica ola de protestas sociales contra la desigualdad que abrió la puerta a la redacción de una nueva Constitución en la que muchos chilenos han depositado sus esperanzas de un Estado más protector en temas clave como las pensiones o el acceso a la salud.
Pero esta ola de manifestaciones también dio lugar a numerosos episodios de violencia en las calles y Kast ha canalizado parte de ese descontento con su mensaje de “reconstrucción” y orden en un país que inmediatamente después de la ola de protestas se enfrentó a los embates de la pandemia del coronavirus.
Así, Chile dejó atrás su imagen de “oasis” de estabilidad en América Latina con las protestas que exigían mejores condiciones de vida y un cambio social en el sistema económico neoliberal instaurado por la dictadura de Pinochet. La crisis dejó una treintena de muertos y cientos de detenidos.
AGENDAS CONTRAPUESTAS
Los partidarios de Boric afirman que su candidato defenderá el lento avance en Chile en temas como el aborto (sólo parcialmente permitido en el país) o el respeto a la diversidad sexual, un tema en el que está en el punto de mira tras la aprobación del matrimonio para parejas del mismo sexo a principios de este mes.
Añaden que Kast representa un riesgo para los logros de los últimos años. Las encuestas muestran que, en general, las mujeres votarían más por Boric, especialmente las más jóvenes.
Kast está abiertamente en contra del aborto y del matrimonio homosexual, aunque tuvo que dar marcha atrás en una propuesta inicial de eliminar el Ministerio de la Mujer en favor de políticas más centradas en la “familia”. Según datos de la autoridad electoral, las mujeres representan el 51% de los 15 millones de votantes habilitados.
“Lo que está en juego hoy en Chile es la democracia y Boric ha demostrado que sabe llegar a acuerdos. El país necesita cambios y él, que es joven, puede marcar la diferencia”, dijo la ama de casa Julia Acevedo, de 80 años, una de las simpatizantes que acudió esta semana al cierre de campaña del candidato izquierdista en un parque de la capital.
“No crecí en un ambiente de derecha, pero hoy mi voto es práctico, por el bienestar nacional. Defiendo lo que pasó en Chile estos 30 años (después del régimen) y estoy totalmente en desacuerdo con ese discurso que promueve Boric de que todo está mal en Chile“, declaró el empresario Enrique Zuleta, de 41 años,
Así, las dos visiones completamente diferentes de Chile se enfrentan esta jornada en unas elecciones presidenciales que han sido calificadas como las más importantes desde el retorno a la democracia en el país andino.
Los indecisos y la participación determinarán el resultado final de unas elecciones que han dividido al país. Chile es una nación tradicionalmente abstencionista.
En la primera vuelta, el 47% acudió a votar, una cifra superior a la de otras elecciones presidenciales en las últimas décadas.
Los analistas creen que al ser una elección competitiva, en teoría debería participar más gente. Los mayores niveles de polarización y el efecto del resultado de la primera vuelta en ambos candidatos podrían estimular una mayor participación.
Sin embargo, hay otro sector, los que temen tanto a Kast como a Boric. Una buena parte de los votantes se siente atrapada entre dos “extremos”, un vacío que les empuja a votar en blanco o nulo.