Las patrullas antivicio de los talibanes tienen órdenes de tomarse las cosas con calma y no imponer por la fuerza sus estrictas normas morales, un cambio, al menos a primera vista, respecto a su temido régimen anterior, cuando azotaban a las mujeres que no se cubrían o a los hombres que se afeitaban la barba.
En los muros exteriores del todopoderoso Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, que antes albergaba el Ministerio de la Mujer, siguen apareciendo pintadas que fomentan la educación y el trabajo femeninos, sin que los fundamentalistas se tomen aparentemente muchas molestias para ocultarlas en base a su rigurosa interpretación del Islam.
Esa imagen choca con el ajetreo en tiendas y salones de belleza cuando el 15 de agosto la toma de Kabul por parte de los talibanes llevó, por miedo a las represalias como ocurrió entre 1996 y 2001, a embadurnar de negro los rostros de las mujeres en los escaparates.
El Ministerio de la Virtud quiere limpiar su imagen, y para ello se está esmerando en instruir a los comités de diez miembros que tiene en los distintos distritos de la ciudad sobre cómo proceder cuando son testigos de actos “viciosos” entre la población.
El director de reformas del ministerio, Mohammad Yahya, accedió a que Efe le acompañara a la sede del distrito oriental PD-16, donde había convocado una reunión con los miembros del comité de la zona, veteranos talibanes conocedores de la sharia o ley islámica.
“Nuestra yihad tenía dos propósitos: uno era acabar con la invasión de Afganistán y el segundo era construir un gobierno islámico. Logramos el primero y ahora tenemos que trabajar por el segundo (…) Para eso es clave el Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio“, explica Yahya, rodeado de miembros del comité en una sala enmoquetada.
El líder talibán reparte entre los asistentes hojas con los puntos a seguir durante su trabajo y, con maneras de imán, explica cada apartado con ejemplos, insistiendo en que todos “deben ser pacientes y comportarse con la gente con suavidad, no con rigor”.
En su “metodología para la prevención del vicio” expone seis pasos a seguir cuando se presencie un acto pecaminoso, en los que se intensifica el rigor: de explicar el vicio y aconsejar cómo evitarlo, pasa en el tercer punto a advertir “con tono airado y asustar” al infractor.
Si esos pasos fracasan, se detendrá a la persona evitando el castigo físico, luego se informará al jefe de policía del distrito y, si sigue persistiendo en el vicio, se informará al Ministerio de la Virtud, que tomará más medidas, sin especificar cuáles.
“Pido a los medios de comunicación internacionales que publiquen estos hechos y no hagan propaganda contra el Emirato Islámico (como se autodenomina el Gobierno talibán)”, aseguró Yahya en presencia de Efe en la sala, al tiempo que subrayó que “los derechos que el Islam ha concedido a las mujeres no los concede ninguna otra religión del mundo” y todo lo que hacen es por su bien.
Estas normas contrastan con las informaciones sobre la violencia de los talibanes, como cuando el pasado 8 de septiembre las imágenes de dos periodistas afganas torturadas tras cubrir una protesta de mujeres hicieron saltar las alarmas.
Al final del acto educativo en PD-16, el jefe del comité antivicio del distrito, Mulavi Najm-uldin, permitió a Efe acompañarles durante una de sus rondas, cediendo un asiento en su coche patrulla entre los escoltas y otros miembros del grupo.
“Nos dirigimos a algunos salones de bodas para propagar la virtud y la prevención del vicio. Les describiremos las normas y reglamentos para la propagación de la virtud y la prevención del vicio que nos ha dado el ministerio”, dijo Najm-uldin a Efe durante el trayecto.
El vehículo hace una primera parada, pero el gerente del salón de bodas no está allí, por lo que continúan hasta otro establecimiento, donde el gerente, visiblemente asustado, invita a los miembros del comité, escoltados por hombres armados, a una habitación.
Najm-uldin, jefe del grupo, explica al encargado que durante la celebración de la boda está prohibida cualquier actividad contraria a la sharia y que debe detallar a sus clientes las normas de su ministerio, como que la música está prohibida y que los dos sexos deben estar completamente separados durante los festejos.
“Por favor, apunten nuestro número por si hay algún problema”, concluye.