Todos hemos sentido alguna vez un pequeño escalofrío al pensar en meter los pies en el mar. Pero, para algunas personas ese sentimiento está a un nivel mucho más alto. Existe un trastorno de miedo llamado Talasofobia, comúnmente conocido como ‘Miedo al mar’. Pero es necesario recordar que, en realidad, esta fobia no se limita solo a las profundidades, sino que también tiene una connotación relacionada con la soledad, la inmensidad y el miedo a lo desconocido, que se derivan de la misma incertidumbre. Es decir, que no importa lo profunda que sea el agua. Incluso si es somera, decenas de metros a lo largo de oscuridad pueden resultar aterradores.
A todos nos encanta pasear por la playa cerca de nosotros o sentarnos con un libro y disfrutar del paisaje marino. A menudo nos imaginamos que nos vemos flotando tranquilamente sobre el agua, avanzando hacia la hierba y describimos la sensación que nos inspira: un mundo increíble de colores y sonidos nuevos. Pero para muchas personas, el agua parece desencadenar miedo sin razón aparente. Y es que quienes padecen talasofobia tienen un miedo excesivo e irracional al mar. Un sentimiento de profunda ansiedad que afecta a sus vidas cotidianas.
Es curioso constatar que no hace muchos años, este trastorno se consideraba como una preocupación menor y a menudo se ignoraba. Se asumía que el miedo al mar era algo genético o era causado por la experiencia personal. Era típico encontrar historias sobre comadres o abuelos que habían visto algo terrible o escuchado relatos horripilantes acerca de los peligros del mar. Poco se sabía acerca de los mecanismos biológicos y psicológicos detrás del miedo al mar, lo cual ha cambiado mucho desde entonces.
¿En qué consiste la talasofobia?
La talasofobia se clasifica como un trastorno de ansiedad, lo cual significa que es un trastorno mental que provoca ansiedad e incluso puede producir ataques de pánico; obligando al individuo a evitar la situación enfrentando constantemente su temor intenso y su incomodidad. En últimas, estos sentimientos conducen a una evitación casi automática por parte de quien sufre de talasofobia, quienes generalmente tamborilean sus pies antes de mandarse a hacer un pié en el mar. Esta situación se ve empeorada considerablemente cuando existen otros trastornos relacionados, como la claustrofobia.
La talasofobia se caracteriza por el rechazo irracional hacia el mar debido a inseguridad, miedo o ansiedad por las olas o por los animales marinos (como estrellas de mar, crustáceos, delfines, tiburones, etc.). Estas personas creen que el mar es profundo y peligroso, atemorizantes y aterradores; incluso temen perder la vida en una de sus profundidades. Y es que el susto es tanto, que muchos incluso sufren ansiedad solo con mirar el horizonte del mar.
Síntomas del trauma
Comenzamos con los síntomas básicos; sudar excesivamente, palpitaciones cardíacas, sensación de ahogo intensa y angustia, temblores, entre otros. Estos síntomas generalmente se manifiestan cuando vemos cualquier cosa relacionada con el mar; desde los canales de televisión hasta las playas repletas de turistas. Esta ansiedad ha llegado tal grado a demostrar cambios fisiológicos en el cuerpo como problemas digestivos o digestión difícil, náuseas y vómitos.
Sin embargo, la forma más común de manifestarse la talasofobia son: incapacidad para relajarse y disfrutar en la playa, terror intenso al soltar los pies y ‘sumergirse’ en el agua, diferentes tipos de sincope, crisis de pánico con ataques repentinos de ansiedad y experiencias náuseas o mareos.
Causas de la talasofobia
De igual forma se estima que esta fobia tiene vínculos muy estrechos con imágenes o películas del cine de terror creadas para construir con él personajes tétricos e infectos. Sin embargo, también hay otros factores asociados; como el comportamiento infantil, una acumulación excesiva de fantasmas marines derivados del pasado, incidentes previamente devoradores de calamidades, tragedias familiares relacionadas con el mar, relatos orales desgarradores e inclusive sueños recurrentes perturbados.
Del mismo modo se estima que un niño pequeño que vivió experiencias desagradables y/u hostilidad percibida por parte del adulto con respecto al mar probablemente desarrolle talasofobia. Teniendo en cuenta que muchas personas se exponen a situaciones similares entre los 4 y los 7 años de edad. Esta teoría se ve reforzada debido a que existe ya sea un miedo intrínseco presente en la naturaleza humana hacia el medio acuático, considerado frecuentemente como un elemento desconocido y más allá del alcance humano.
¿Cómo curar la Talasofobia?
Dependiendo de la gravedad de este trastorno, el tratamiento puede variar entre pacientes; desde terapia cognitivo-conductual hasta tratamientos de exposición virtuales o reales. Por ejemplo; terapia cognitivo-conductual, terapia de exposición viva o imaginada (para aquellos casos no agresivos) para perfeccionar el protocolo terapéutico en sesiones van variando entre los horarios diurnos (por precaución) hasta los últimos protocolos en realidad virtual para ejecutar la terapia sin contactar la masacre del agua azul.
Otra herramienta importante es la “Programación Neurolingüística” (PNL), la cual consiste en ingresar verbalmente palabras (recordando conceptos asociados)
A pesar de que la talasofobia puede parecer abrumadora, es importante recordar que es un trastorno tratable y que existe una variedad de opciones de tratamiento disponibles. Con la ayuda de un profesional de la salud mental, las personas que padecen talasofobia pueden aprender a superar su miedo al mar y disfrutar de todo lo que el océano tiene para ofrecer.
Ya sea a través de la terapia cognitivo-conductual, la terapia de exposición o la programación neurolingüística, hay esperanza para aquellos que luchan contra la talasofobia. Así que no dejes que el miedo te impida disfrutar de la belleza del mar, recuerda que hay opciones de tratamiento disponibles para ayudarte a superar tus temores y a vivir la vida plenamente.