¿Llegará Alemania a ser tan conocida por sus cohetes como por sus vehículos? Las nuevas empresas alemanas sueñan con competir con la estadounidense SpaceX en el desarrollo de minilanzadores, las futuras “cabinas” espaciales para transportar pequeños satélites.
A finales de julio, la empresa bávara Rocket Factory Augsburg (RFA) consiguió arrancar el motor de su coherente “RFA One” por primera vez durante ocho segundos en las instalaciones de prueba de Kiruna (Suecia).
Su sistema de “combustión organizada”, utilizado por los cohetes SpaceX de Elon Musk y Blue Origin de Jeff Bezos, pero inédito en Europa, “permite poner en órbita un 30% más de carga útil”, afirma Jörn Spurmann, director de operaciones de RFA.
Otra nueva empresa del sector, HyImpulse, con sede en Baden-Württemberg, también probó su prototipo de motor de cohete durante más de 20 segundos en la isla escocesa de Shetland, utilizando un combustible a base de cera de vela, que debe arder rápidamente para lograr un buen rendimiento.
“Nuestra tecnología es lo suficientemente avanzada para el mercado de los lanzamientos pequeños”, dijo el cofundador de HyImpulse, Christian Schmierer, de 33 años.
Una tercera empresa, Isar Aerospace, cerca de Múnich, espera realizar la primera prueba de su motor.
Es la mejor financiada de las tres iniciativas, con un grupo de inversores que incluye a HV Capital, el banco suizo Lombard Odier y el consorcio Porsche SE.
En total, han aportado más de 150 millones de euros (180 millones de dólares) a esta empresa dirigida por jóvenes ingenieros, que espera realizar el vuelo inaugural de su cohete “Spectrum” en 2022.
– Bajos costes espaciales
Estos proyectos convierten a Alemania en un serio competidor en la carrera del mercado de los satélites para observar la Tierra y satisfacer las necesidades de Internet.
El mercado alcanzará “más de 30.000 millones de euros (36.000 millones de dólares) de aquí a 2027, de los cuales 10.000 millones (12.000 millones de dólares) corresponden a satélites pequeños y medianos” encargados por clientes privados o institucionales , analiza Isar Aerospace.
“El gran cohete es como el gran autobús que deja a sus pasajeros en la estación, mientras que un microlanzador funcionará como un taxi, colocando los satélites en el lugar preciso deseado por el cliente”, explica Christian Schmierer, responsable de HyImpulse.
Estos satélites de unos cientos de kilos son como un equipaje de mano comparado con las cargas útiles de más de 10 toneladas que envía al espacio el cohete Ariane, punta de lanza del programa espacial europeo.
Las más pequeñas serán “cajas de 10 cm que pesan un kilo y giran a 28.000 km por hora alrededor de la Tierra“, explica Daniel Metzler, fundador de Isar Aerospace.
Todos esperan ofrecer las tarifas más bajas: “al final podremos transportar 1,3 toneladas de material por un precio de 5 millones de euros (6 millones de dólares), es decir, 3.850 euros (4.620 dólares) por kilo, mucho menos que la competencia”, dijo RFA.
– El momento Henry Ford
Las tres empresas alemanas pretenden crear una flota de 20 a 40 cohetes parcialmente reutilizables y asegurarles decenas de despegues al año.
“Queremos crear el ‘momento Henry Ford‘ de los viajes espaciales”, declaró Jörn Spurmann en referencia al industrial estadounidense que revolucionó la producción de automóviles.
Pero Alemania no es el único país en la cola de este jugoso mercado. Además de SpaceX, que ha puesto en órbita minisatélites y colabora con la NASA, la empresa estadounidense Rocket Lab también está entre las pioneras y ya ha realizado sus primeros vuelos comerciales.
China es igualmente activa y Europa cuenta con media docena de proyectos viables, especialmente en España y el Reino Unido.
“La cuestión de la credibilidad de cada modelo económico será central en los próximos tres a cinco años”, predijo Carla Filotico, de la consultora alemana Spacetec.
Al final, se producirá “una probable consolidación del sector”, dejando a varios actores al margen.