Alemania y Noruega inauguraron el jueves un cable submarino que conectará sus redes eléctricas para potenciar el suministro de ambos países en electricidad “verde” y organizar la transición energética a escala europea.
El Mar del Norte separa el municipio alemán de Wilster, cerca de la desembocadura del Elba, de la ciudad noruega de Tonstad, al sur del país.
Nordlink, uno de los cables eléctricos submarinos más largos del mundo, discurre entre ambas orillas y encierra la promesa de una energía más limpia para la primera potencia económica de Europa.
La línea de 623 kilómetros, de los cuales 516 bajo el mar, representa “un progreso realmente importante (…) hacia un suministro energético sostenible”, se congratuló la Canciller alemana Angela Merkel.
“Gracias a este intercambio, ahora podemos aprovechar mejor nuestra infraestructura eléctrica”, destacó la Primera Ministra noruega, Erna Solberg, en la ceremonia de inauguración telemática.
El proyecto “es un paso importante para el cambio energético alemán y la integración del sistema eléctrico europeo”, declaró a la AFP Thorsten Lenck, del think tank Agora Energiewende, que estudia la transición energética alemana.
Las energías renovables representarán por primera vez la mitad de la producción eléctrica de Alemania en 2020, frente al 25% de hace diez años, según el instituto de investigación Fraunhofer.
Pero el país aún está lejos de alcanzar la neutralidad climática, que se ha fijado para 2045. Su economía, muy intensiva en energía, tendrá que compensar el cierre de las últimas centrales nucleares del país en 2022, y la salida del carbón en 2038.
Conocido como el “cable verde”, Nordlink permite intercambiar energía eólica o solar producida en Alemania por energía hidroeléctrica producida en Noruega.
Este procedimiento permite compensar las fluctuaciones del suministro de energías renovables, dependientes del viento, el sol o la lluvia, sin necesidad de recurrir a la energía fósil o nuclear.
La interconexión entre Noruega y Alemania ayuda a garantizar el suministro: cuando no hay suficiente viento o sol, la electricidad de las centrales hidroeléctricas noruegas puede alimentar la planta de conversión de Wilster, en Schleswig-Holstein.
Nordlink funciona en dos direcciones: la energía eólica alemana se envía a Noruega, donde puede almacenarse o utilizarse.
“La energía hidroeléctrica noruega y la eólica alemana se complementan perfectamente en este sistema”, explica Mathias Fischer, portavoz de Tennet, uno de los cuatro administradores de las redes de transporte de electricidad en Alemania, y operador de Nordlink.
La capacidad de la línea puede alcanzar los 1.400 megavatios, aproximadamente la producción de una gran central nuclear, y suficiente para unos 3,6 millones de hogares.
“Con el crecimiento de la energía eólica y solar, a veces habrá excedentes de energía renovable en Alemania, y gracias al cable podremos enviarlos a Noruega“, explica Lenk.
La Unión Europea hace de la interconexión de los sistemas eléctricos uno de los pilares de su estrategia energética con bajas emisiones de carbono. Hay varios proyectos transfronterizos, como el cable que une Noruega con los Países Bajos, también submarino, o el que une los Países Bajos con el Reino Unido, o entre Dinamarca y los Países Bajos. Otros están en fase de planificación.
Las energías renovables, más descentralizadas y menos cercanas a los centros urbanos e industriales, han facilitado las redes de transmisión de electricidad.
Uno de los grandes retos de la transición alemana reside en la instalación de kilómetros de nuevas líneas para transportar la electricidad desde el norte, donde sopla el viento en abundancia, hasta las regiones del sur, el pulmón económico más poblado del país.
Sin embargo, este proyecto, en particular el eje norte-sur, está sufriendo muchos retrasos por cuestiones burocráticas y por la presión de varias asociaciones locales que se oponen a los trazados.
Merkel expresó el jueves su preocupación e instó a “avanzar más rápidamente” en la construcción de estas infraestructuras.