El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibe este viernes a su homólogo afgano, Ashraf Ghani, para discutir el futuro de Afganistán, ya que la retirada de las tropas estadounidenses abre un periodo de inmensa incertidumbre.
El objetivo declarado de la Casa Blanca es colaborar estrechamente con el gobierno de Kabul para garantizar que Afganistán “no vuelva a ser un refugio para grupos terroristas que supongan una amenaza para el territorio estadounidense”.
Pero las preguntas son numerosas: ¿tomarán los talibanes el control de Kabul cuando se vayan las últimas tropas occidentales? ¿Qué pasará con los miles de afganos que han trabajado con las fuerzas estadounidenses como intérpretes?
Está previsto que los dos líderes se reúnan por la tarde en el Despacho Oval para tratar estos delicados temas. No está prevista ninguna rueda de prensa al final de la reunión.
Biden decidió en abril la retirada de los 2.500 soldados estadounidenses aún presentes en Afganistán antes del 11 de septiembre, cuando se cumple el 20º aniversario de los atentados contra Estados Unidos que llevaron a Washington a invadir Afganistán y derrocar el régimen talibán, que albergaba a los yihadistas de Al Qaeda.
La Casa Blanca insiste en que seguirá “apoyando al pueblo afgano”. El jueves, anunció el envío de tres millones de dosis de vacunas de Johnson & Johnson para ayudar al país a hacer frente a la pandemia de covid-19.
Pero muchos congresistas y expertos temen que los talibanes recuperen el control del país e impongan un régimen fundamentalista similar al que implantaron entre 1996 y 2001.
Además, Ashraf Ghani parece cada vez más aislado.
“Sólo escucha a tres o cuatro personas, entre ellas su jefe de gabinete, su asesor de seguridad nacional y, por supuesto, su esposa”, dijo un diplomático occidental en Kabul, hablando bajo condición de anonimato, describiendo a un hombre que “desconfía de todo el mundo”.
“Ghani no tiene mucha legitimidad en casa” y necesita más que nunca el “reconocimiento internacional”, dijo Andrew Watkins, del International Crisis Group.
Aunque todavía espera convencer a los talibanes para que acepten un papel en un gobierno provisional de unidad nacional, los insurgentes, animados por sus éxitos militares, no parecen dispuestos a negociar.
Hasta ahora, la retirada de Estados Unidos avanza a toda velocidad, lo que alimenta las especulaciones de que se completará en julio, mucho antes de la fecha límite del 11 de septiembre.
El destino de unos 18.000 afganos que trabajaron con las fuerzas estadounidenses y que temen represalias si los talibanes vuelven al poder en Kabul es objeto de especial atención en Washington.
“No abandonaremos a quienes nos han ayudado”, dijo Joe Biden el jueves.
Estos afganos esperan obtener un visado de inmigración a Estados Unidos, pero los trámites son engorrosos y largos.
La Casa Blanca dijo que está considerando la posibilidad de evacuar a algunos de ellos antes de la retirada total de las tropas para que puedan permanecer a salvo mientras se revisan sus solicitudes de visado.
Pero aún quedan muchos detalles por ultimar: por el momento no se ha especificado ni el número de personas implicadas ni su destino.
Parlamentarios y organizaciones de derechos humanos han mencionado en las últimas semanas la isla de Guam, en el Pacífico, como posible destino.
Ashraf Ghani y Abdullah Abdullah, el principal negociador del gobierno con los talibanes, llegaron a Washington el jueves y se reunieron con miembros del Congreso.
El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, lamentó la decisión de Biden tras la reunión, esperando un retraso en la retirada de las tropas estadounidenses.
“Los talibanes, envalentonados por nuestra retirada, harán retroceder el reloj de años de progreso, especialmente para los derechos de las mujeres afganas”, lamentó, temiendo las “trágicas” consecuencias de la posible caída de Kabul poco después de la salida de las últimas tropas estadounidenses.