Río de Janeiro, Brasil-Miles de brasileños enfrentaron este sábado el miedo al Covid-19 y salieron a las calles para protestar contra el gobierno de Jair Bolsonaro, en un grito unísono “por la vida” que resonó en las primeras marchas masivas registradas en todo el país desde el inicio de la pandemia.
Convocadas por centrales sindicales, partidos de izquierda y movimientos sociales, las protestas se desarrollaron pacíficamente en más de 200 ciudades de todo el país, incluidas las capitales, registrándose actos violentos por parte de la policía sólo en Recife, la capital de Pernambuco.
Los manifestantes exigieron al líder ultraderechista que acelere el proceso de vacunación en el gigante sudamericano y que aumente el monto de las ayudas para que los más pobres -los más afectados por la pandemia- tengan un ingreso “digno” para enfrentar la crisis que llegó con el virus.
Armados con máscaras, alcohol en gel y pancartas, los manifestantes también pidieron el cese de la privatización de las empresas estatales y el fin de los recortes presupuestarios en las universidades.
Enormes pancartas con las frases “¡Fuera Bolsonaro!”, “¡Vacuna para todos ya! “Bolsonaro genocida” fueron el común denominador en las marchas en todas las ciudades, así como carteles recordando los 460 mil muertos y más de 16,3 millones de contagios que han hecho de Brasil uno de los países más afectados por la pandemia.
Las manifestaciones comenzaron temprano en ciudades como Brasilia, Río de Janeiro, Belém y Recife. Por la tarde, se celebraron protestas en otras ciudades como Curitiba, Manaus y Fortaleza, así como en Sao Paulo, la ciudad más poblada de Brasil, donde tuvo lugar la mayor marcha del país.
Las movilizaciones nacionales buscan desgastar al líder ultraderechista y acelerar las investigaciones que actualmente lleva a cabo una comisión del Senado sobre posibles omisiones del Gobierno en la gestión de la pandemia, aunque las posibilidades de lograr un juicio político contra el presidente aún están lejos.
La comisión, creada a petición de la oposición, que cuenta con siete de sus once miembros, trata de esclarecer si el Gobierno tiene alguna responsabilidad en la falta de control de la crisis sanitaria en Brasil, que, según los especialistas, ya es una de las tres naciones más afectadas por la pandemia, junto con Estados Unidos e India, y está amenazada por una tercera oleada.
Las denuncias hechas ante la comisión revelaron que el gobierno retrasó la compra de vacunas; actuó sin diligencia ante la falta de oxígeno en el estado de Amazonas y promovió el uso de la cloroquina, un antimalárico sin evidencia científica contra el Covid-19.
Bolsonaro, uno de los principales negadores de la pandemia, viene minimizando la gravedad del Covid-19, al que calificó de “pequeña gripe”, desde que se registró el primer caso en el país el 26 de febrero de 2020.
El presidente brasileño desconfía de la eficacia de las mascarillas; defiende medicamentos sin eficacia probada contra la enfermedad, como la cloroquina; y rechaza las medidas de confinamiento y restricción para evitar la propagación del virus, porque “la economía no puede parar”.