Recoger, analizar e interpretar los datos con enfoque de género requiere de los periodistas un trabajo multidisciplinar y una formación continua, pero aún más importante es tener una base teórica de género y una perspectiva interseccional. Si no la tienen, no podrán reflejarla en sus investigaciones periodísticas, aunque tengan una cifra dura y convincente.
Durante la decimotercera sesión del Consejo de Género de la OEM, presidida por su directora general editorial, Martha Ramos Sosa, se discutió el manejo de datos con perspectiva de género en las investigaciones periodísticas. Los ponentes coincidieron en que los fenómenos actuales deben ser escudriñados “con ojos de violeta”, lo que incluye también el análisis de las bases de datos.
Ivette Yáñez Soria, responsable del proyecto de datos de género del laboratorio colaborativo Data-Pop Alliance, consideró que la alfabetización en datos es clave para entender, interpretar y utilizar los datos con fines sociales.
Si bien, se necesitan las ciencias exactas, la base para hablar de datos de género es la comprensión de las teorías de género y feministas. “Hay que tener esa base para poder hablar de datos de género”, dijo.
Los datos de género pueden adoptar muchas formas o centrarse en muchos temas (migración, salud, educación), pero se caracterizan por la perspectiva con la que se abordan.
Para tener una base de género, Yáñez considera que hay tres puntos fundamentales. El primero es entender que la construcción social, que tradicionalmente ha sido binaria (hombre-mujer), ha pasado a hablar de identidades de género a lo largo de un espectro.
Luego está el enfoque interseccional, es decir, no sólo considerar la identidad de género de una persona, sino otras que pueden hacerla más vulnerable a ciertas cuestiones (edad, estatus socioeconómico, raza, orientación sexual, entre otras).
“Generalmente se habla de datos o estadísticas desagregadas por sexo, pero los datos de género deben ir más allá adoptando una perspectiva interseccional en todo el proceso de recolección de datos hasta su visualización”, agregó.
Y en tercer lugar, está la adopción de teorías feministas.
Concluyó su participación explicando que en la era de la desinformación, donde muchas personas desconfían del trabajo periodístico que se realiza, el periodismo de datos se convierte en una estrategia posible para desarrollar narrativas más fuertes y objetivas, sin dejar de ser humanas.
Daniela Villegas, académica de la UAM y doctora por la Universidad de Sidney, coincidió en que es muy importante conocer las conceptualizaciones de género e interseccionalidad. “Es muy importante saber leer los datos, pero también cómo se alimentan de las teorizaciones feministas”.
Añadió que es necesario que la academia, el periodismo y las personas especializadas en la lectura de datos aprendan unos de otros, “que todos trabajemos de forma interdisciplinar y conozcamos la historización de este movimiento feminista”.
En la misma línea, la periodista feminista y asesora permanente de la OEM, Sara Lovera, consideró que es necesario explicar cuantas veces sea necesario a los periodistas qué es la perspectiva de género.
“Si no entendemos lo que significa haber encontrado esta categoría de género feminista, como diría mi maestra Marcela Lagarde, con ojos de violeta, donde no sólo distinguimos hombres y mujeres, sino que contextualizamos la vida de las mujeres, si no lo entendemos tampoco haremos periodismo feminista porque sólo sacamos los datos fríos”.
Recordó que en el pasado era muy difícil obtener datos de género y que el Inegi comenzó a publicar estadísticas por sexo en 1970. Exhortó a quienes hacen periodismo a luchar por la autonomía y supervivencia de este organismo y también de las organizaciones civiles que reinterpretan los datos que generan las dependencias gubernamentales.
Una de estas asociaciones civiles es México Evalúa. Durante la sesión, Chrístel Rosales, investigadora principal del Programa de Justicia de la organización, habló de la importancia de entender los datos a través de la lente de género y del contexto en el que ocurre un fenómeno. Puso como ejemplo el caso de la administración e impartición de justicia en México.
Explicó que la justicia para las víctimas no está siendo neutra ya que “los feminicidios, la violencia familiar, los intentos de feminicidio, las desapariciones están archivados temporalmente”, es decir, congelados provisionalmente.
Y cuando las mujeres son acusadas de un delito, la justicia tiende a ser más severa. Aunque sólo el seis por ciento de los delitos son cometidos por mujeres, las condenas para ellas superan los 21 años, mientras que para la mayoría de los hombres oscilan entre uno y diez años.
El hecho de que las mujeres salgan perdiendo tanto como víctimas como acusadas de delitos tiene que ver con la forma en que también están representadas en el sistema judicial.