La pandemia abrió heridas difíciles de cicatrizar, pues las medidas dictadas por el aislamiento obligan a quienes perdieron a un ser querido a sufrir dos golpes, el primero enfrentar la muerte y el segundo que la contingencia les niegue la posibilidad de acompañarlos en sus últimos momentos, velar por ellos, así como recibir consuelo de amigos y familiares.
La muerte de la señora Carmen Torres no es un número más entre los millones de personas que en el mundo han sido tocadas por el mortal virus.
Martín, el hijo de Carmen, recordó que fue el 10 de octubre de 2020, su cumpleaños, cuando todo comenzó, porque estaban celebrando, su padre llegó del trabajo muy cansado y decidió encerrarse y no quiso salir, el 12 de octubre, cumpleaños de su hermana, Martín y su padre fueron a Chihuahua a hacerse la prueba del Covid-19, y el 14 de octubre la fatídica noticia, dio positivo, pasaron tres días porque no había lugar en los hospitales y el 17 de octubre fue hospitalizado en Chihuahua.
Como una tormenta, inmediatamente el 25 de octubre su madre, que padecía cáncer, fue hospitalizada y tres días después fue entubada, Martín fue hospitalizado el 30 de octubre y el 1 de noviembre fue entubado.
El 3 de noviembre Carmen Torres desgraciadamente perdió la batalla contra el Covid-19, y a partir de ahí la vida de la familia se derrumbó, sus tres hijas tuvieron que enfrentarse a la terrible noticia, la muerte de su madre, y su padre y hermano gravemente enfermos, sobre todo el dolor de saber que los médicos les daban muy pocas esperanzas de que Martín sobreviviera.
La decisión de tener que incinerar el cuerpo de su madre, porque no era posible velarla debido a la contingencia, hizo que nadie pudiera acercarse a ella, tocarla y darle un beso de despedida.