<p>”No me escuchen a mí, escuchen la revolución que traigo en el cuerpo por el miedo de pensar lo que puede pasar después de dirigirse a todos ustedes”, así comenzó su discurso la activista Olimpia Coral Melo, en la tribuna de la Cámara de Diputados, para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Ante los diputados en sesión solemne, Olimpia dijo “por favor, no me escuchen, no soy Olimpia de la Ley Olimpia, no me vean como la única mexicana reconocida en la revista Time. Yo sólo soy Olimpia, la mujer, la joven, la serrana, la poblana, la hija de Josefina…”.
El tiempo fue corto para lo que quiso expresar, los diez minutos que fueron 30 de discurso, donde encajó todas las adversidades que ha pasado a lo largo de su lucha por la justicia contra la violencia hacia las mujeres, para que la Ley Olimpia entre en vigor.
“Dejemos de temerles, dejemos de sentirnos culpables por nuestros cuerpos. Dejemos de escondernos. Que se escondan, los agresores, que sientan vergüenza, los violadores, los que difunden nuestros vídeos íntimos sin nuestro consentimiento. Que se callen, que se callen, los privilegiados, los abusadores, los políticos y las instituciones que encubren a los agresores. Que se jodan, porque ya lo entendimos todo. Ya lo entendimos todo a partir de este momento”.
“El miedo, el miedo cambió de bando, señores. Y un día sus hijas, sus nietas y todas las generaciones de mujeres no vivirán lo que nosotras vivimos, porque la Ley Olimpia, las luchas de mis compañeras, las luchas de todas y el feminismo es para que lo que no fue para nosotras, sea para sus hijas, sea para ellas, sea para las que vengan”, concluyó.
Pidió el reconocimiento de sus derechos, “los hemos conquistado, no nos los han concedido”. Ejemplo de ello es, por supuesto, la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, para las mujeres, la tipificación del feminicidio y la lucha que no hice sola, que fue gracias a decenas y decenas de compañeras en todo el país con la Ley Olimpia, que no sería posible sin el apoyo de legisladores en cada estado y de casi todos los partidos políticos, y por mujeres que encabezaron comisiones de igualdad, como Malú Micher y Wendy Briseño“, señaló.
Expresó su recorrido por todo el país, donde “tuvimos que luchar una a una y esto incluye el reconocimiento penal de la violencia digital, que llevó años y también representó la resistencia de muchos legisladores que en su momento nos prejuzgaron, nos atacaron y nos cerraron la puerta”.
En cada estado Olimpia pasó por el calvario, en cada uno tuvo que enfrentarse a autoridades, políticos, amenazas, agresiones y recordó el caso de Guerrero, donde dijo que “no sólo violadores en cargos públicos, sino que también borran a las mujeres. Mis compañeras en Guerrero se enfrentaron a un diputado de apellido Sandoval, quien plagió la Ley Olimpia y minimizó la lucha que llevaban por años.
“Y poco después un guardián del patriarcado, como diría Marcela Lagarde, me pidió por teléfono que calmara a mis compañeras para defender a ese diputado”.
Dijo que “la Ley Olimpia no es sólo un conjunto de reformas, es una causa para que las niñas y las mujeres estén seguras también en Internet. Sabemos que no es la panacea y que queda mucho por hacer, pero que nadie nos diga, señoras y señores, que cuando las mujeres luchamos no sirve de nada. Gracias a todos, aunque agradezco todo el apoyo también debo reconocer y con todo el respeto que me merece o no que para mí los partidos políticos son como mi ex, a veces ya no les creo”.
Por su parte, Nadine Flora Gasman Silverman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, dijo que la violencia contra las mujeres y las niñas limita sus capacidades y su pleno desarrollo, y que hemos heredado una cultura de discriminación y exclusión que debe ser erradicada para que vivan plena y libremente.
Desde el Instituto Nacional de las Mujeres, institución rectora a nivel nacional de la política de igualdad, dijo que se trabaja en una agenda con acciones para prevenir la violencia contra las mujeres desde una perspectiva de justicia social y derechos humanos, que es la marca de la cuarta transformación.
Las mujeres necesitan empleos remunerados para tener autonomía económica y para ello requieren que sus seres queridos estén bien cuidados y seguros, es decir, una redistribución corresponsable del cuidado entre las mismas familias, el Estado, la comunidad y el sector privado.
“Estamos convencidos de que la violencia contra las mujeres es multifactorial y por ello tenemos claro que debe ser combatida en todos los frentes, para lo cual contamos con una estrategia tripartita que promueve un sistema de cuidados fuerte y la autonomía económica de las mujeres como estrategias comunes.