Diana de Vegh, probablemente nunca hayas oído hablar de ella, pero en las últimas semanas su historia ha dado la vuelta al mundo tras revelar que en su día fue pareja de John F. Kennedy cuando éste ya estaba casado y aspiraba a la presidencia de los Estados Unidos.
Hoy te contamos cómo Vegh decidió romper su silencio después de 63 años y lo que significa para ella haber hablado del romance que tuvo con JFK.
Fue en 1958 cuando Diana, que entonces tenía 20 años, cursaba su tercer año en el Radcliffe College cuando durante una cena política, previa a la reelección de Kennedy, éste conoció a la joven y tras el acto la invitó a acompañarle a otros actos de campaña, escoltada incluso por su chófer.
Vegh afirma que a ella le fascinó la idea y que desde el principio él mostró interés en estar con ella.
“Él pasaba su brazo por encima del respaldo del asiento y yo pensaba: ‘Oh, me pregunto qué significa eso'”, dijo a la revista People. “Quizás sólo iba a poner su brazo sobre el asiento, pero quizás quería decir…. que me había atrapado en el torbellino”.
Fue en ese momento cuando la vida de Diana cambió para siempre porque a partir de ahí tuvieron un encuentro casual y mantuvieron desde entonces una relación que duró cuatro años.
Por otro lado, en una entrevista para la revista People, ella confesó que al principio iba a sus mítines de campaña y él la acompañaba en su viaje de vuelta a Radcliffe. Después se trasladó a Washington DC, donde trabajó como asistente en el Consejo de Seguridad Nacional, un trabajo que el presidente le consiguió pero que nunca fue del agrado de Diana.
Incluso llegó a señalar que sólo aceptó porque le permitía estar cerca de JFK a pesar de que éste estaba casado con Jackie.
“Estaba locamente enamorada de él. Estábamos juntos de vez en cuando, a veces en Boston o en el Hotel Carlyle de NY”.
Casi al final de su romance, sólo se veían cada dos o tres meses. Incluso reveló que él nunca le dijo que la amaba y que se enteró de otras aventuras que tuvo con Helen Chavchavadze y Mary Meyer.
Lo anterior le hizo pensar que la realidad es que su relación nunca había sido una historia de amor.
“Lo que yo consideraba amor entonces era adrenalina, era excitación, era euforia. ¿Sonaría el teléfono? ¿Llamaría yo? Dios mío. Empezamos la cuesta abajo y yo me volví menos especial y me desinflé, y no me gustó nada”.
Era febrero de 1964 cuando su relación terminó después de que el padre de Vegh falleciera en Nueva York. Su muerte, dice, la despertó de alguna manera y comprendió que su vida en Washington DC ya no sería una opción a pesar de la cercanía con el presidente.
La Casa Blanca fue el lugar donde tuvieron su última conversación, que Diana describió como superficial.
“Me fui para tener algo de autoestima. En otras palabras, cuando fui a despedirme de él, era yo quien se despedía”.
Ahora, con 83 años y dos hijos, Vegh declaró al New York Post que se dio cuenta de que contando su historia podría ayudar a otras mujeres a no pasar por lo mismo que ella y a no acabar involucradas en relaciones tóxicas, especialmente con hombres que dominan las altas esferas y tienen poder a su disposición.
“Esa idea de que ‘si te vas conmigo te haré especial’ es la que subyace en casos como el de Harvey Weinstein o Roger Ailes. En mi caso, por idolatrar a JFK acabé enamorándome de un hombre que no me quería”.
Con el paso de los años y a pesar de los avances que se han producido como sociedad, Diana asegura que aún queda mucho camino por recorrer, ya que “todavía hay una brecha enorme entre los hombres consumados y las mujeres jóvenes que pueden entrar y salir. Mi objetivo no es hablar mal de un muerto, pero estoy aquí para decir que la cultura sigue siendo increíblemente problemática”.
Por último, Diana instó a las mujeres a trabajar en el autoconocimiento para ser más fuertes y no ser vulnerables a hombres como Kennedy, que vio reforzado su comportamiento de salir con varias mujeres porque su círculo cercano, caracterizado principalmente por hombres, también lo facilitaba.
Por eso ha decidido alzar la voz, por las jóvenes que hoy y mañana se encontrarán con su desajuste.
“Como mujeres, tenemos que hacer el trabajo de autoconocimiento para no ser tan vulnerables a estos malos. John Kennedy no tuvo su vida de mujeriego por sí mismo. La tuvo gracias a muchos, muchos, muchos otros hombres”.
Vegh se casó, tuvo dos hijas y, tras estudiar en la Escuela de Arte Dramático de Yale, obtuvo un máster en trabajo social, donde dirigió un grupo de reflexión. Y ahora, a sus 60 años, es psicoterapeuta.