KABUL. Diez años después de la muerte del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, la organización sigue siendo una amenaza para Afganistán, algo que no ha impedido a Estados Unidos retirar sus tropas del país tras dos décadas de guerra.
Estados Unidos invadió Afganistán en octubre de 2001 tras los atentados del 11-S, después de que los talibanes se negaran a entregar a Bin Laden, que estaba bajo su protección en territorio afgano, y desde entonces ha dirigido una guerra que ha dejado miles de bajas afganas y extranjeras.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció a mediados de abril que el país retirará sus 3.500 soldados restantes de Afganistán antes del simbólico 11 de septiembre de este año.
Biden afirmó que el objetivo de matar a Osama bin Laden hace diez años en Pakistán, adonde huyó el líder yihadista tras la invasión estadounidense, se ha cumplido, y aclaró que la amenaza terrorista de Al Qaeda en el país ha “evolucionado”.
“Es hora de poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos“, dijo.
Pero tanto el gobierno afgano como la comunidad internacional han advertido que el grupo yihadista sigue siendo una amenaza para Afganistán y que podría aumentar su presencia cuando Estados Unidos y sus aliados abandonen el país. Además, el actual presunto líder de Al Qaeda, el egipcio Ayman al Zawahiri, de 70 años, podría estar escondido en algún lugar de la frontera entre Afganistán y Pakistán.
Las fuerzas de seguridad afganas han lanzado múltiples operaciones contra Al Qaeda en el último año y medio, eliminando a decenas de miembros del grupo, incluidos sus principales dirigentes.
En los últimos siete meses, 42 militantes de la organización han muerto en operaciones de las fuerzas de seguridad, según datos del Ejército afgano.
El gobierno del país asiático también sostiene que miembros de Al Qaeda han estado trabajando como expertos en explosivos para los talibanes fabricando bombas o enseñándoles a hacerlo.
“Los miembros de Al Qaeda siguen en Afganistán y se han unido a las filas de los talibanes”, dijo Rahmatullah Andar, el portavoz de la principal agencia de inteligencia de Afganistán, la Dirección Nacional de Seguridad.
Andar dijo que “están en movimiento y sufren muchas bajas”, por lo que es difícil dar una cifra de Al Qaeda en Afganistán, aunque en sus filas hay chechenos, pakistaníes, árabes y otros elementos de Asia Central.
Según un informe publicado en junio de 2020 por Naciones Unidas, miembros de Al Qaeda y “altos dirigentes” permanecen “secretamente activos” en 12 de las 24 provincias del país asiático.
La ONU estimó su presencia en entre 400 y 600 combatientes armados, y afirmó además que los talibanes consultaban regularmente a los líderes de la formación yihadista durante sus negociaciones con Estados Unidos.
Ante la posible amenaza de un resurgimiento de Al Qaeda, Estados Unidos se mantendrá vigilante, dijo el comandante del Ejército estadounidense y de la OTAN en Afganistán, el general Austin “Scott” Miller, durante un encuentro con periodistas hace una semana en Kabul.
Pero a pesar de las promesas de Estados Unidos, algunos analistas creen que la retirada es irresponsable y se produce a pesar de que no se han cumplido los objetivos de la invasión de Afganistán.