Más del 86 por ciento de los mexicanos se automedica consultando al “Dr. Google“, al vendedor de la farmacia o a familiares, amigos y conocidos que no son necesariamente especialistas en salud. Los antiinflamatorios y analgésicos son los más consumidos sin receta médica.
La mayoría de quienes se autodiagnostican y automedican desconocen los riesgos que implica el consumo de fármacos sin la supervisión de un especialista en la materia, advierte la doctora Teresa Nava, directora del Instituto Latinoamericano del Dolor y los Cuidados Paliativos.
En entrevista con El Sol de México, Nava explica que los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son los fármacos más utilizados por los mexicanos sin prescripción médica. Inhiben algunas enzimas del cuerpo, evitan el proceso de inflamación y reducen el dolor crónico y agudo, pero su consumo constante puede causar daños colaterales a la salud.
“Pueden darse situaciones perjudiciales para la salud porque los antiinflamatorios no pueden usarse por más de tres semanas. Hay algunas situaciones en las que, bajo regulación médica, se puede prolongar su uso, pero sólo bajo la supervisión de un médico”, añade el especialista en el tratamiento del dolor crónico.
En México, el dolor es una de las 10 principales razones por las que las personas acuden al consultorio médico o a la sala de urgencias, muchas veces por padecimientos relacionados con la edad. Un factor que la mayoría de los pacientes no toman en cuenta es su historial médico, pues asumen que todos los medicamentos tienen el mismo efecto en todos, cuando no es así.
“Creo que los dos factores que más influyen en que la gente se automedique son su disponibilidad y la falta del recurso de la consulta médica o de los servicios sanitarios más eficaces”, afirma.
El fácil acceso a los analgésicos lleva a menudo a la gente a recurrir a métodos que funcionaron con algún conocido, utilizando recetas caseras o combinaciones de fármacos que a medio o largo plazo causarán daños a su salud.
A diferencia de los países europeos, los encargados de las farmacias en México no son especialistas, pero regularmente aconsejan a la población con medicamentos que creen convenientes.
“Las farmacias deberían tener más regulación en cuanto a la calidad de los empleados para que no puedan sugerir estas cosas, ya que no son personas preparadas en esta rama”.
Otro riesgo de consumir analgésicos sin receta, advierte Teresa Nava, es que puede retrasar un diagnóstico médico o empeorar enfermedades crónicas; al ingerir cualquier medicamento para inhibir el dolor, es probable que no se atienda la zona u órgano afectado.
Además, los AINE pueden producir dependencia psicológica, pero no adicción; la adicción se produce cuando el paciente no requiere la medicación. Por otro lado, la dependencia psicológica en pacientes con dolor crónico es recurrente porque se modifica su estado emocional y de sueño.
En el caso de los pacientes con enfermedades crónicas avanzadas, la automedicación no es una opción. Los que están en fase terminal suelen tener un dolor muy intenso que rara vez puede reducirse.
Generalmente, el tratamiento de estos pacientes es multimodal, es decir, se prescriben varios fármacos en dosis bajas para que actúen a través de diferentes mecanismos y así potenciar el efecto. Esto debe ser supervisado por un médico especializado en el tratamiento del dolor que consiga potenciar la analgesia sin dañar otros órganos.
“Siempre es importante tener en cuenta la evaluación clínica del paciente, es decir, qué síntomas tiene, explorarlo y hacer un diagnóstico para saber cuál es el mejor tratamiento para ese paciente en concreto; siempre debe ser individualizado, no podemos dar un tratamiento como una receta a todo el mundo”, concluyó Nava.