México se encuentra en el top ten de países con alta incidencia de ciberbullying o violencia digital, donde las niñas y mujeres son las principales víctimas. Actualmente, se ha detectado que siete de cada 10 jóvenes han sufrido abuso en línea, situación que crece con el encierro por la pandemia.
Durante 2019 se registraron 67 mil 500 usuarios digitales afectados, para 2020 la cifra disminuyó a 53 mil 870 debido al confinamiento derivado de la contingencia sanitaria por el Covid-19. Sin embargo, al recuperarse las actividades en los países, el ciberacoso crece.
El Consejo de Género de la Organización Editorial Mexicana (OEM), presidido por la directora general de la editorial, Martha Ramos Sosa, abordó el tema en su reunión del jueves pasado. En la reunión participaron Judith Tapia, Gabriela Ramírez, Sandra Muñoz, Leslie Jiménez, Éricka Mercado y José Enrique Juárez, representantes de organizaciones de la sociedad civil y de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.
Los especialistas coincidieron en que el punto de quiebre en este delito es la denuncia, la cual es importante facilitar para que los acosadores reciban la sanción correspondiente. Lo primero es reconocer la gravedad del problema, que va desde lo virtual -donde se ataca la autoestima y la dignidad de la víctima- hasta lo físico con violencia descarnada.
La tecnología ha ayudado a las personas a estar interconectadas, sobre todo en estos tiempos de pandemia; pero como en todo, el mal uso de esta herramienta hace que cruce la frontera de aliado a enemigo.
“Hay que reconocer que la tecnología y los medios de comunicación brindan a los acosadores posibilidades ilimitadas para espiar a sus víctimas”, destacó Judith Tapia, gerente de ventas para el Mercado de Consumo de Comercio Electrónico de Kaspersky México.
La maestra en investigación de mercados señaló que el stalkerware es un software de vigilancia que generalmente se vende abiertamente en Internet y es una forma de espionaje, que se utiliza contra las mujeres y se asocia con la violencia de género.
La empresa de ciberseguridad Kaspersky está preocupada por esta situación, así como varias organizaciones de la sociedad civil, ya que consideran que es una forma de mantener el control ya que el acosador mantiene una vigilancia permanente de su víctima.
Explicó que se utiliza para espiar de forma remota a otra persona desde su propio dispositivo, y se utiliza en casos de acoso y abuso a mujeres. Se instala de forma manual, es decir, el acosador debe tener acceso al teléfono de la víctima para instalar el programa espía y así tiene acceso a las fotos, vídeos y todo lo que ella comparte en las redes sociales.
“Aunque la aplicación está enfocada al control parental y laboral, ahora se está utilizando para acosar a mujeres o parejas, sin que la víctima haya dado su consentimiento o sepa que está siendo vigilada”.
Destacó que en algunos casos el ciberacoso puede llegar a la violencia física, sin contar que las empresas de estas aplicaciones pueden ser hackeadas y los datos de las víctimas pueden ser accesibles para cualquiera.
Judith Tapia mencionó que México se encuentra entre los 5 países del mundo con mayor uso de stalkerware, sólo después de Rusia, Brasil, Estados Unidos e India. Le siguen Alemania, Irán, Italia, Reino Unido y Arabia Saudita.
En 2019, México ocupó el séptimo lugar, para 2020 pasó al quinto, según Kaspersky. Tendencia que enciende focos rojos y lo recomendable es advertir las señales de alerta que se pueden detectar en el teléfono porque este software ocupa mucho espacio: el aumento injustificado del uso de datos, la carga de la batería se consume rápidamente y la lentitud de las aplicaciones.
Tapia enfatizó que si las mujeres sospechan que son víctimas, es posible eliminar este programa, pero si lo encuentran, se deben tomar precauciones para que el acosador no pueda actuar contra ellas y es mejor buscar ayuda específica de una organización civil. Pueden entrar en https://stopstalkerware.org/es/
“No podemos minimizar el ciberacoso”, subrayó Gabriela Ramírez, del Centro de Información de la ONU México y asesora permanente de la OEM.
“Durante la crisis de Covid-19, todo el mundo utiliza más Internet y, por tanto, se convierte en víctima potencial de amenazas, acoso y ofensas sexuales; este tipo de violencia de género en línea es tan destructiva como en la vida real”.
Ramírez destacó que el entorno de Internet ha facilitado que se cometan actos de violencia sin consecuencias, donde las mujeres son las principales víctimas de la violencia online, especialmente aquellas que expresan sus opiniones a través de las redes, entre ellas periodistas y políticas. Ante esto, es necesario proporcionar a las niñas y mujeres información para que sepan cómo proteger su identidad.
“Una de las repercusiones más importantes es la autocensura, ya que los ataques buscan mantener a las mujeres silenciadas, y proteger su identidad.