El Consejo de Seguridad aprobó este martes por unanimidad recomendar a Antonio Guterres, de 72 años, para un segundo mandato como secretario general de la ONU para el periodo 2022-2026.
En el cargo desde enero de 2017, el ex primer ministro portugués era el único candidato en liza, a pesar de que otras 10 figuras aspiraban al puesto, aunque no eran candidatos formales al no contar con el respaldo de ninguno de los 193 países que componen la ONU.
El Consejo, clave en el proceso de nominación, aprobó en una sesión a puerta cerrada la recomendación para que la Asamblea General apruebe un segundo mandato de Guterres, anunció su actual presidente, el embajador estonio Sven Jürgenson.
Se cree que la aprobación de la Asamblea será una mera formalidad y tendrá lugar en breve.
Durante su primer mandato, Guterres tuvo que centrarse en limitar los posibles daños de la política exterior unilateral, nacionalista y alejada de las alianzas impulsada por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
“Estamos en deuda con él porque la ONU no implosionó bajo el mandato de Trump, algo que podría haber ocurrido”, dijo un diplomático.
Sobre la pandemia, Guterres advirtió de los estragos del coronavirus y de los peligros que acechan al mundo por la crisis sanitaria, aunque tuvo poco margen de maniobra ya que los países optaron por librar batallas individuales contra el covid-19 en detrimento de un esfuerzo colectivo.
Asimismo, Guterres hizo de la lucha contra el calentamiento global una de sus prioridades, pero también en este caso tiene poco que demostrar.
Muchos diplomáticos creen que la resolución de conflictos será el principal reto de su segundo mandato.
Guterres no puede apuntarse muchas victorias diplomáticas importantes en este sentido, ya que las guerras de Siria, Yemen y Mali, por ejemplo, están lejos de resolverse.
En Libia, que se sumió en un violento caos tras la muerte de Muamar Gadafi en 2011, se inició un proceso de paz, pero la ONU desempeña un mero papel de acompañamiento.
“No tuvo mucha influencia en la resolución de las crisis, pero ¿lo hicieron mejor sus predecesores?”, planteó un diplomático.
Los críticos también destacan la pasividad de la ONU ante la represión militar de Birmania contra el pueblo rohingya desde 2017, que según los investigadores de la ONU constituye un genocidio.
“El primer mandato de Guterres se definió por su silencio público sobre los abusos de los derechos humanos por parte de China, Rusia y Estados Unidos y sus aliados”, dijo Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch.
Añadió que en su nuevo mandato, Guterres debería defender esos derechos con firmeza y extender “su reciente disposición a denunciar los abusos en Birmania y Bielorrusia” a “todos los gobiernos que merecen ser condenados, incluidos los poderosos y protegidos”.
Guterres considera que la discreción es un “elemento clave” de su trabajo.
“A veces, para ser eficaz, hay que hacerlo con discreción, para establecer canales” entre las partes que “son esenciales para evitar lo peor en los enfrentamientos y tratar de encontrar soluciones”.