El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, denunció este jueves que su país sufre una “epidemia” de violencia causada por las armas de fuego, en un acto en el que anunció medidas limitadas para intentar controlar un problema que hasta ahora ningún presidente ha podido frenar.
El presidente, que siempre ha defendido un mayor control de la tenencia de armas, se ha visto presionado por su Partido Demócrata para que actúe tras los recientes tiroteos en Colorado y Georgia.
“Esto es una epidemia, por el amor de Dios, y tiene que parar”, declaró el líder demócrata en la Casa Blanca, refiriéndose igualmente a los tiroteos como una “crisis de salud pública”.
Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo en el Congreso para aprobar una reforma integral, como la exigencia de verificación de antecedentes para los compradores, Biden anunció seis órdenes ejecutivas para tratar de solucionar el problema.
Biden presentó un plan limitado para evitar la propagación de las llamadas “armas fantasma” -hechas a mano, a veces con impresoras 3D- que son imposibles de rastrear si se utilizan en un delito.
También propuso aumentar las regulaciones para los soportes de brazos diseñados para estabilizar el arma, un dispositivo utilizado por el sospechoso en el tiroteo de Colorado que dejó 10 muertos.
“Ya está bien de rezar”, dijo respecto a un problema que causa casi 40.000 muertes al año en el país. “Ha llegado el momento de actuar”, dijo el presidente, que se refirió a la situación como una “vergüenza internacional”.
El presidente se comprometió a apoyar a los organismos implicados en la lucha contra este tipo de violencia y encargó un informe exhaustivo sobre el problema, una evaluación que no se realizaba desde el año 2000.
Biden admitió que el debate sobre la cuestión de las armas es difícil en Estados Unidos, pero aseguró que hay más puntos en común de lo que se piensa.
El presidente indicó que sus propuestas son sólo un punto de partida y pidió al Congreso que legisle medidas como la comprobación de antecedentes y el fin de la venta de rifles de asalto, que suelen ser el arma utilizada en los tiroteos masivos.
“Deberíamos prohibir los rifles de asalto y los cargadores de alta capacidad”, dijo.
El demócrata es partidario de un control de antecedentes más estricto para los compradores de armas y de la prohibición de los rifles de estilo militar, como el AR-15.
Ambas ideas se enfrentan a una fuerte resistencia en el Congreso, donde las estrechas mayorías demócratas en ambas cámaras dificultan la aprobación de iniciativas sobre este delicado asunto en Estados Unidos.
El AR-15, una semiautomática similar al emblemático rifle militar M16, ha sido el arma elegida en varios asesinatos en masa. Al mismo tiempo, el rifle es enormemente popular entre los tiradores deportivos y los entusiastas de las armas legales, lo que simboliza la división ideológica del país.
En 1994, cuando era senador, Biden apoyó la prohibición de los rifles de asalto. La ley expiró una década más tarde y nunca fue renovada, con los republicanos deslizándose hacia posiciones más rígidas contra lo que describen como un ataque al derecho constitucional a portar armas.
Los anuncios no fueron bien recibidos entre los republicanos.
El legislador de Alabama Robert Aderholt dijo que las acciones anunciadas por Biden tienen como objetivo “apaciguar a la izquierda radical y atacar el derecho a portar armas de la Segunda Enmienda.”
“Quieren quitarte las armas”, añadió otro congresista republicano, Jim Jordan, de Ohio.
Además de las medidas anunciadas, Biden aprovechó su discurso en la Rosaleda de la Casa Blanca para nombrar a David Chipman, un defensor del control de armas, como jefe de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), una agencia clave en la lucha contra la violencia armada.
Como reflejo de la falta de unidad política en torno a las restricciones a las armas, la ATF no ha tenido un director confirmado por el Senado desde 2015.