El Poder Legislativo debe “garantizar que las iniciativas presentadas por el Gobierno Federal sean sometidas a un examen riguroso para que no se aparten de la Constitución“, considera Augusto Gómez Villanueva, presidente de la Mesa de Decanos de la Cámara de Diputados.
El priísta agrega que la división de poderes es fundamental para consolidar la democracia mexicana ahora que la pandemia de Covid-19 trajo como consecuencia formas de gobierno autoritarias.
“Como los jinetes del Apocalipsis, traen no sólo hambre y miseria, sino al mismo tiempo formas autoritarias de gobierno que, cuando un país no está preparado para la democracia, sí prosperan”, afirma el diplomático, político y por sexta vez diputado federal.
En entrevista, el legislador más experimentado de San Lázaro recuerda su paso como embajador de México en Italia, donde vivió el secuestro y muerte del presidente Aldo Moro, en plena Guerra Fría; la muerte del Papa Juan Pablo I; el advenimiento de Juan Pablo II y la preparación de su primer viaje a México, que marcó el inicio de sus recorridos por el mundo.
Entrecierra los ojos y recuerda los intensos días, meses, entre 1982 y 1986 como embajador de México en Nicaragua, la tierra de Augusto César Sandino.
Licenciado en Ciencias Diplomáticas por la UNAM, militante del PRI desde 1952, el aguascalentense, secretario general de la Confederación Nacional Campesina y primer secretario de la Reforma Agraria, se sitúa en el momento político actual.
“Los mexicanos estamos inmersos en esa cultura democrática y por ello, (los priístas) hemos sido respetuosos y hemos contribuido a formar una oposición por lo que consideramos que atenta contra los aspectos fundamentales que dan lugar a la estructura de ese régimen democrático.
“Por eso hemos formado una alianza con los partidos minoritarios, pero a estas alturas ya estamos en condiciones de poder ser no sólo un bloque de contención sino un bloque que nos permita trascender esta etapa, en propuestas que no hagan perder el camino recorrido, sino que podamos retomar los cauces que se requieren para establecer la justicia social como principio.”
Gómez Villanueva tiene dos recuerdos de la época en que fue embajador de México en Italia.
“Los dos recuerdos que tengo, algunos no fueron tan agradables. Uno fue todo el proceso del periodo en que se desató el terrorismo en Italia, que culminó con el asesinato del presidente Aldo Moro y generó una crisis política muy profunda. Creo que los efectos de ese momento tan difícil todavía se sienten hoy, y de hecho, a partir de ese momento, la fragmentación de los partidos políticos italianos…
El otro acontecimiento fue la muerte de Juan Pablo I, el 28 de septiembre de 1978, y la ascensión de Juan Pablo II, el 16 de octubre del mismo año. “Me tocó ser embajador. Fui para su traslado a México, en su primera visita pastoral y fue también el inicio de todas las visitas que hizo por el mundo.”
Como embajador de México en Nicaragua, el legislador priísta dialogó con los líderes de la Revolución Sandinista, entre ellos los comandantes Tomás Borge, Carlos Fonseca, Humberto y Daniel Ortega, este último actual presidente de la nación centroamericana.
“Mi formación académica y haber sido profesor de Historia de la Revolución Mexicana en la UNAM me ayudó a estudiar y entender la revolución nicaragüense”.
Sobre la situación política actual en ese país, y ante las detenciones de todos los posibles aspirantes a la presidencia, opositores al régimen, responde: “¡No calificamos, simplemente observamos!”.
“México logró mantener su identidad como país soberano, cuidando los principios de No Intervención y Autodeterminación, como eje de nuestra política exterior. De tal manera que no calificamos, simplemente observamos”.
-¿Cómo fue su misión diplomática?
Fui embajador en 1982. El presidente José López Portillo me pidió que aceptara ser embajador e inmediatamente el jefe del Ejecutivo visitó Nicaragua. México fue el primero en reconocer al gobierno sandinista que instaló, digamos, un gobierno provisional para poder realizar un gobierno posterior e incorporar a Nicaragua a la vida democrática. Que hubiera elecciones para Presidente de la República.
Obviamente, había de nuevo interés por parte del gobierno de Estados Unidos de imponer gente afín. Y esto, por supuesto, fue sistemáticamente rechazado por el Frente Sandinista y los partidos que se sumaron a la Revolución… El primer gobierno provisional lo encabezó el comandante Daniel Ortega, junto con el poeta y escritor Sergio Ramírez, Moisés Hassan, Alfonso Robelo y Violeta Barrios de Chamarro.
Fue entonces cuando llegué como embajador y me tocó vivir ese proceso tan complejo… Para mí fue muy importante tener la oportunidad de participar en él.