La Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26) prolongará sus negociaciones hasta el sábado 13 de noviembre, según la presidencia británica, tras una jornada de intenso debate sobre los puntos conflictivos de la declaración final, como la financiación.
Los delegados de 194 países pasarán una larga noche entre consultas técnicas, en un momento crítico para la lucha contra el calentamiento global.
La COP26 es la cita que debe desarrollar el histórico Acuerdo de París de hace seis años, elevando el nivel de ambición, imponiendo nuevos recortes en las emisiones de gases de efecto invernadero, planificando un cambio radical del modelo energético y, un punto espinoso, fijando las modalidades de apoyo financiero y de compensación de daños y perjuicios.
Está previsto que la conferencia publique un tercer borrador de sus conclusiones el sábado a las 08:00 horas, según la presidencia británica. A ese documento le sigue normalmente una sesión plenaria, en la que todas las partes presentan sus quejas o satisfacciones, antes de que se levante la conferencia.
Las decisiones de las conferencias de la ONU sobre el cambio climático no son vinculantes, pero la urgencia climática ha ido calando progresivamente en los gobiernos ante los informes alarmistas de los científicos de la ONU, que aseguran que el mundo se dirige a un aumento “catastrófico” de la temperatura.
El viernes volvió a estar repleto de declaraciones solemnes de los líderes políticos y de reacciones encontradas sobre el nivel de ambición del documento final.
Subvencionar los combustibles fósiles es una “locura”, dijo John Kerry, de Estados Unidos, en la larga sesión plenaria que examinó el segundo borrador de la Presidencia.
“Necesitamos ver dinero sobre la mesa para ayudar al mundo en desarrollo a realizar los cambios necesarios” y “tiene que ocurrir en las próximas horas”, instó el anfitrión de la conferencia, el ministro británico Boris Johnson, durante una visita al sureste de Londres.
Uno de los grandes temas es el de los 100.000 millones de dólares anuales prometidos desde 2009 a las naciones en desarrollo. No sólo no se ha cumplido en 2021, sino que ahora un gran número de países piden mucho más, sumas que van hasta los 1,3 billones de dólares anuales, a partir de 2025.
Entre los observadores, Vanessa Pérez-Cirera, responsable de la ONG ecologista WWF, sugirió, por ejemplo, que para cumplir con esa suma “se deberían eliminar los billones que se gastan anualmente en subvencionar los combustibles fósiles”.
Ante la asamblea plenaria, Kerry, enviado especial para el clima, denunció precisamente los “billones de dólares en subsidios a los combustibles fósiles” gastados por Estados Unidos “en los últimos cinco o seis años”.
“Esa es la definición de locura”, afirmó el diplomático. “Esas subvenciones tienen que desaparecer”, insistió.
Además de subvencionar a las petroleras, el gobierno federal estadounidense impone luego un impuesto a los consumidores, del que recaudó más de 36.000 millones de dólares en 2016, según datos del Departamento de Transporte.
Buscando un acuerdo, el segundo proyecto de resolución pedía a los países que “eliminen gradualmente la energía de carbón no mitigada y los subsidios ineficaces a los combustibles fósiles.”
“Las centrales eléctricas de carbón no mitigadas son aquellas que no utilizan tecnología de captura de CO2 para compensar algunos de los gases que emiten a la atmósfera.
Se trata de una mención sin precedentes a estos combustibles, responsables en gran medida de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global.
Pero ese borrador suponía un paso atrás respecto a la primera versión, algo habitual en el complejo escenario de las negociaciones sobre el clima.
Lamentando que “el borrador revisado haya retrocedido en áreas clave”, Pérez-Cirera celebró que “el aumento a corto plazo de los compromisos climáticos para 2022 siga en el texto, aunque siga siendo insuficiente para el objetivo de +1,5 ºC”.
Según un mecanismo establecido en 2015, los países deben revisar sus objetivos cada cinco años, la próxima vez en 2025.
Pero, desde que llegaron a Glasgow, las naciones más vulnerables insistieron en que las revisiones se hicieran anualmente.
Las emisiones de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial ya han provocado un aumento de la temperatura de +1,1°C y sus consecuencias catastróficas, como sequías e inundaciones, no harán más que empeorar, advierten los expertos.
En los primeros diez días de la COP26 no cesaron los anuncios pomposos: nuevos objetivos para India, cuarto emisor mundial, promesas de detener la deforestación para 2030 y de emitir un 30% menos de metano, un gas con un efecto invernadero 80 veces superior al del CO2.
Incluso China y Estados Unidos, primer y segundo emisor mundial, han acordado inesperadamente intensificar conjuntamente la lucha contra el cambio climático.