SANTIAGO, CHILE. La sombra del ex dictador Augusto Pinochet planea sobre la segunda vuelta de las elecciones presidenciales chilenas. Hacía tres lustros que la dictadura no estaba tan presente en el discurso político.
Las viejas y profundas divisiones que hace medio siglo llevaron a un golpe militar en Chile contra un gobierno elegido democráticamente y marcaron el inicio de una de las dictaduras más inflexibles de América Latina, resurgen de cara a las polarizadas elecciones de mañana.
La existencia de una convención constitucional que está redactando una nueva Carta Magna que sustituya a la aprobada por el régimen cívico-militar en 1980 y la aparición en la escena política del candidato José Antonio Kast, defensor del ex general, han vuelto a situar a Pinochet en el centro del debate camino de la segunda vuelta electoral.
El político ultraderechista abrió la caja de Pandora el pasado mes de noviembre, cuando comparó las elecciones celebradas esos días por el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua con la dictadura chilena, tras el encarcelamiento de los principales líderes de la oposición.
“Dígame si las dictaduras entregan el poder a la democracia y si hacen una transición a la democracia y se respeta. Eso es lo que no hacen otros países y en Chile se hizo”, añadió el candidato ultraderechista.
Pinochet dejó el poder en 1990, tras perder un referéndum sobre su continuidad en 1988 y la posterior celebración de elecciones presidenciales.
Kast aseguró días después que sus declaraciones estaban relacionadas con las elecciones de 1990.
Kast, que votó a favor de la permanencia de Pinochet en el poder en el referéndum de 1988, defiende el sistema económico surgido de la dictadura y declaró en 2017 que si Pinochet estuviera vivo, votaría por él, aunque ha moderado su discurso en los últimos tiempos, asegurando que está en contra de las violaciones de los Derechos Humanos durante el régimen cívico-militar, afirmando haber votado a favor de disposiciones para reparar a las víctimas durante la transición.
Kast, apologista del exdictador, alaba el “legado económico” neoliberal del general y ha atraído a los votantes con propuestas que parecen sacadas del manual de líderes populistas de derecha como Bolsonaro y el expresidente Donald Trump, como la construcción de un foso para frenar la inmigración ilegal.
La polarización resuena en los chilenos de más edad que vivieron los tumultuosos años de la presidencia truncada de Salvador Allende, derrocado por el golpe de Estado, y la sangrienta dictadura militar.
El relato de Kast sobre la dictadura, durante la cual uno de sus hermanos fue ministro, devolvió al ex general al debate público. Parte de la población y los analistas ven en Kast el rostro de la derecha ortodoxa que no ha roto con Pinochet.
En un giro inesperado, que también puso en primer plano el legado de la dictadura, la viuda de Pinochet, Lucía Hiriart, considerada la mujer del poder del régimen, murió el pasado jueves a los 99 años.
Cientos de personas se agolparon en la llamada Plaza de la Dignidad, bastión de las protestas de 2019 en Santiago, agitando banderas y coreando, y algunos portando las fotos de los desaparecidos por el régimen militar.
Hiriart despertó fuertes reacciones entre los chilenos por la influencia que tuvo sobre Pinochet y por la fortuna que acumuló su familia.
El balotaje es el primero desde que Chile se vio sacudido por las protestas de 2019 contra la desigualdad, que acabaron desencadenando un proceso aún en marcha para deshacer uno de los principales vestigios de la dictadura: la Constitución.
Ambos candidatos se han moderado a medida que la carrera se ha ido estrechando para conseguir los votos moderados clave. El Congreso, elegido en noviembre, está dividido por el centro entre la izquierda y la derecha, lo que supone un probable freno a cualquier reforma radical.