Los colegas de Manuel Mejido lo consideran el mejor reportero de su generación y quizá de muchas otras. Prueba de ello son sus entrevistas con personajes históricos que nos comparte en su última columna titulada “Despedida” para la Organización Editorial Mexicana (OEM), su casa editorial desde hace 25 años.
“Llamé maestro a Pablo Picasso, invité a un café a Jean Paul Sartre, le conté a Gabriel García Márquez el golpe de Estado en Chile, Augusto Pinochet puso precio a mi cabeza, le compré una guayabera a Dwight D. Eisenhower, le escribí 136 telegramas a Nikita Jruschov, vi triste a Elizabeth Taylor y le cobré un favor al Papa Negro”.
Así era Manuel Mejido, el reportero que recorrió el mundo con su máquina al hombro y que falleció el pasado viernes 17 de septiembre en Ciudad de México a los 89 años.
“Me gané la vida escribiendo y así me despido hoy. Me voy porque tengo que entrevistar a Dios“, escribió Mejido en su última entrega periodística.
Y como legado a las nuevas generaciones, dejó estas 27 recomendaciones que, dijo, “me ayudaron a ejercer el periodismo”.
Sobre la importancia de Mejido en el periodismo mexicano, Rafael Cardona afirmó que su obra “México amargo” “podría y -debería- ser el texto de enseñanza constante y perdurable del reportaje en cualquier escuela de periodismo, no sólo en este país”.
Mientras que José Martínez M., otro de sus colegas y amigos, señaló que Mejido le explicó en una ocasión: “Hay libros que enseñan a escribir una entrada para una noticia o un reportaje. Hay que poner qué, cómo, cuándo, dónde y por qué, pero ninguno explica cómo hacer periodismo”.
En el periodismo sólo hay una cosa: Informar.
Mejido, dijo Martínez, refirió que “con las nuevas tecnologías, los jóvenes reporteros se dedican a copiar datos que no siempre son ciertos, y lo peor: que no transmiten nada”.
Así, tenemos notas que no provocan sentimientos de alegría, tristeza, dolor o llevan al asombro”.
“Puede haber nuevas y mejores aplicaciones tecnológicas que el periodismo pueda utilizar, pero si no hay un reportero que investigue y transmita lo que sucede, los avances no sirven de nada”, dijo.
“Como reportero, nunca he creído en la suerte, sino en el trabajo duro, la dedicación, la perseverancia y la imaginación para conseguir la noticia o tener éxito en las guerras y los conflictos armados. Sin embargo, insisto en que un reportero sin suerte sólo se convierte en un conserje”, dijo al participar en el Día Mundial de la Noticia.
“A lo largo de mi carrera de casi 65 años de actividad, más los que están por venir, se puede decir que fui un hombre de suerte al revés, porque mientras un golpe de Estado, una guerra o un atentado contra el común de la gente es una situación catastrófica, de infortunio, de mala suerte, en esos eventos encontré mis mejores noticias y reportajes que durante muchos años fueron característicos de mi estilo”, dijo.
Manuel Mejido, nacido en Tierra Blanca, Veracruz, el 8 de diciembre de 1932, hizo carrera en el periodismo mexicano desde los años 60 del siglo pasado y en la década siguiente reportero estrella del diario Excélsior, para el que cubrió acontecimientos como el golpe de Estado de Salvador Allende y cuyas anécdotas recogió en más de una decena de libros como “México Amargo” y “Con la máquina al hombro”.
Se inició como cronista taurino en el semanario dominical Claridades (1954-1956), donde ejerció de jefe de información. Colaboró en Ruedo de México y Revista de Revistas, donde fue jefe de información (1960-1963). Trabajó para la revista francesa Paris-Match. Realizó numerosos reportajes sobre el país y fue corresponsal de guerra de Excélsior en Argelia, Vietnam, Oriente Medio y revisó el golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile. Fue subdirector de El Universal y El Universal Gráfico, donde publicó sus columnas Alto Poder y Universo Político. Participó en programas de televisión como “Charlas de Café” y “De cara al público”.
Desde 1996 condujo su columna Alto Poder en las páginas de El Sol de México, que se publica en todos los periódicos de la Organización Editorial Mexicana.
Manuel Mejido ganó 18 veces el Premio Nacional de Periodismo y fue considerado por la revista Time como uno de los mejores periodistas de México en su edición especial del año 2000.