Miles de personas volvieron a las calles de Colombia el miércoles para protestar contra el gobierno del presidente Iván Duque, en el octavo día de manifestaciones que han dejado 24 muertos y cientos de heridos.
“Duele (…) la negligencia de un gobierno que es sordo, que prefiere mandar a la fuerza pública, en vez de ayudar (al pueblo), prefieren ayudar a los bancos, a las grandes empresas”, dijo a la AFP en Bogotá el estudiante Héctor Cuinemi (19).
Bajo el escrutinio de la comunidad internacional, que denunció los excesos de la fuerza pública, estudiantes, sindicatos, indígenas y otros sectores salieron el miércoles a las calles de las principales ciudades con marchas festivas y en su mayoría pacíficas.
Tras una semana de movilizaciones, el gobierno cedió al diálogo y aceptó reunirse con los sectores inconformes “la próxima semana”, según el asesor presidencial, Miguel Ceballos.
Miles de manifestantes protegidos con máscaras llegaron por la tarde a la céntrica Plaza de Bolívar, en Bogotá, cerca de la sede presidencial. Un grupo intentó entrar en el Congreso pero fue disuelto por la policía. }
Lo que comenzó como una manifestación pacífica el 28 de abril en rechazo a una reforma tributaria ya retirada se convirtió en una de las mayores protestas contra el gobierno conservador desde que llegó al poder en 2018.
Los manifestantes reclaman, entre otras cosas, mejores condiciones en sanidad y educación, seguridad en las regiones y el fin de los abusos policiales contra las manifestaciones.
“La policía nos ataca (…), no somos vándalos”, dice Natalia (36), sin dar su apellido, que protestó con un grupo vestido de luto.
Las movilizaciones han sido en su mayoría pacíficas, pero en algunas ciudades se volvieron violentas. Según cifras oficiales, hasta el martes hay al menos 24 muertos (23 manifestantes y un policía), 18 de ellos por heridas de bala, 800 heridos y 89 desaparecidos. Onegés denuncia que la policía ha disparado contra los manifestantes y que el número de víctimas mortales supera las 30 personas.
Las autoridades también informan de nueve policías heridos por disparos.
Miles de indígenas se sumaron a las protestas en Cali (suroeste) agitando las porras y gritando “resistencia”.
Músicos y artistas acompañaron la multitudinaria marcha en Medellín (noroeste) que terminó en un plantón.
La presión en las calles no cesa, ante la vigilancia de la comunidad internacional que denunció las agresiones policiales contra los civiles.
La ONU, la Unión Europea, Estados Unidos, Amnistía Internacional y Human Rights Watch llamaron a la calma y exigieron garantías al gobierno.
Según Reporteros sin Fronteras, también se produjeron 76 agresiones a periodistas, diez de ellos heridos por las fuerzas de seguridad.
Bogotá vivió una noche tensa el martes. Una treintena de ciudadanos y 16 policías resultaron heridos tras enfrentamientos con uniformados que dejaron 25 puestos de policía afectados, según la alcaldía local.
El lunes también se desató la violencia en Cali, con un saldo de cinco muertos y una treintena de heridos.
Según la Fiscalía, detrás de los desmanes están las disidencias de las FARC que se alejaron del acuerdo de paz firmado en 2016, así como el ELN, la última guerrilla reconocida en Colombia, y bandas de narcotraficantes.
“Hemos visto hechos en los que se ha disparado a policías con armas de fuego”, “eso no es una protesta, una actitud de esa naturaleza es criminal”, dijo Duque en Blu Radio, al tiempo que respaldó a la fuerza pública.
A las movilizaciones y disturbios se suman los bloqueos de carreteras. En algunas ciudades, como Cali, hay desabastecimiento de gasolina, mientras crece el temor por la llegada de camiones con insumos médicos en medio de la pandemia de coronavirus.
El llamado Comité de Huelga, que reúne a los sectores inconformes, dijo estar abierto a una negociación directa con el Presidente.
El Ministerio de Defensa desplegó 47.500 uniformados en todo el país durante las manifestaciones. Sólo en Cali hay 700 soldados, 500 hombres de la fuerza antidisturbios (Esmad), 1.800 policías y dos helicópteros adicionales. Desde el fin de semana, los soldados también patrullan la capital.
Con una popularidad a la baja (33%), el presidente se enfrenta a protestas masivas desde 2019, asediado por el descontento ahora avivado por la pandemia.
Colombia también vive la peor arremetida de los grupos armados desde la firma del histórico pacto de paz, con numerosas masacres, asesinatos selectivos y desplazamientos.
Aunque el presidente retiró la iniciativa de reforma fiscal y el ministro de Hacienda dimitió, el malestar parece afianzarse en uno de los países más desiguales del continente, con un desempleo del 16,8% y una pobreza que alcanza al 42,5% de la población.
“El hambre también es una pandemia, al igual que la injusticia”, dice el estudiante de sociología Fabián Quiroga (22 años).