Los derechos humanos de miles de personas siguen estando en peligro en Afganistán tras la toma del país por los talibanes el pasado agosto, según un informe de Amnistía Internacional publicado el martes.
En el documento de 33 páginas, Amnistía Internacional, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la Organización Mundial contra la Tortura (OMCT) documentan incidentes de violaciones de derechos humanos ocurridos en Afganistán desde agosto hasta finales de septiembre.
A través de testimonios de periodistas, ex funcionarios del gobierno afgano y activistas, piden al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH) que “tome medidas” y establezca un “mecanismo de investigación” para vigilar e informar sobre los abusos de los derechos humanos.
Afganistán tiene ya un largo historial de violaciones de derechos humanos en las últimas décadas, pero en los últimos 20 años ha experimentado un enorme progreso social, especialmente para las mujeres, afirma AI.
Son precisamente las mujeres las más afectadas por el control de los talibanes, pues aunque tras su toma de posesión prometieron proteger los derechos de las mujeres bajo la sharia (ley islámica), la realidad es que sufren limitaciones en el ámbito social, laboral y educativo, entre otros.
“Los talibanes no permiten que las mujeres se presenten a trabajar, han insultado y humillado a las mujeres”, explica un periodista apodado “Abdul” a Amnistía Internacional en el informe.
En teoría, según la ley talibán, las mujeres no deben salir de casa sin la compañía de su “maharam” (tutor masculino), lo que ha restringido el derecho de las mujeres a trabajar y las ha devuelto al hogar hasta que “haya un entorno laboral propicio” para ellas.
En sectores como la política, los perfiles femeninos son prácticamente inexistentes, al igual que en el sector civil. Las pocas mujeres que ocupan puestos de este tipo, como policías y juezas, han sufrido represalias que van desde la intimidación hasta la ejecución, afirma AI.
El gobierno talibán aseguró cuando tomó el poder que no prohibiría el acceso de las mujeres a la educación. Sin embargo, el pasado 18 de septiembre anunció el regreso de los hombres a la escuela secundaria, pero no hizo mención alguna a las mujeres.
Sin embargo, la educación pasará de ser coeducativa a segregada y las mujeres tendrán que asistir a las escuelas con ropa que les cubra gran parte de la cara y guantes. Además, sólo podrán recibir clases impartidas por mujeres, o estar separadas “por una cortina”.
Asimismo, uno de los grupos más débiles es el de los periodistas, que han sido amenazados, torturados y golpeados brutalmente por cubrir las protestas contra los talibanes en Kabul; además de los pertenecientes al colectivo LGTBIQ+, que se enfrentan a la pena de muerte.
“Esta es la muerte de la libertad de expresión en Afganistán. Hemos construido y trabajado durante los últimos 20 años. Hemos construido una carrera, una vida. Y de repente todo ha desaparecido“, explica en el informe una periodista apodada “Ayesha“, que abandonó Afganistán temiendo por su vida.
Ayesha consiguió salir del país por ser extranjera, pero muchos caen en el intento. El acceso al aeropuerto sigue restringido y las fronteras terrestres siguen cerradas a los solicitantes de asilo, advierte la organización de derechos humanos.