En estos días de pandemia, el miedo parece haberse convertido en la emoción más popular entre los humanos, un fenómeno que no debemos subestimar. Y es que a pesar de que el miedo tiene una importante utilidad en nuestra vida, hay veces que nos juega una mala pasada.
La dualidad del miedo
El miedo es como una moneda que tiene dos caras, ambas igual de válidas. Por un lado, nos ayuda a sobrevivir al ponernos en alerta ante situaciones que podrían ser peligrosas. Pero por otro, el miedo puede ser tremendamente disfuncional cuando sus consecuencias son peores que no sentirlo.
El miedo en nuestro cuerpo:
Además, el miedo no solo es una cuestión emocional, sino que puede provocar una serie de sensaciones físicas que no son nada agradables. Entre ellas se encuentran un aumento de la presión cardíaca, sudoración, dilatación de pupilas, descenso de la temperatura corporal y aumento de tono muscular. Pero lo más incómodo es la sensación de malestar general que produce.
¿Evitar o enfrentar?
En ocasiones, el miedo nos lleva a actuar de una forma poco adecuada, como la hipocondría o la evitación de situaciones normales que deberían ser parte de nuestra cotidianidad. Y es que las estrategias que utilizamos a la hora de enfrentar un estímulo amenazador pueden ser variadas, desde inmovilizarnos hasta atacar, retirarnos o tratar de evitar el ataque del otro. La clave es encontrar un equilibrio entre evitar el peligro y enfrentarlo de forma efectiva.
Trastornos psicológicos:
El miedo puede dar lugar a una serie de trastornos psicológicos que pueden ser muy complicados de superar. Entre ellos se encuentran los trastornos obsesivos compulsivos, de ansiedad, ataques de pánico, el síndrome de estrés postraumático, fobias y depresión. Estos son solo algunos ejemplos de cómo el miedo puede afectar nuestra salud mental de forma determinante.
El miedo que no tiene nombre:
La variedad de estímulos que pueden generar miedo en las personas es muy amplia, y puede ser adquirida a través de la cultura, el aprendizaje vicario y el condicionamiento clásico. A veces incluso sentimos miedo de algo que no puede ser nombrado, un miedo que no tiene una causa aparente o lógica, lo que solo lo convierte en un miedo más oscuro y difícil de controlar.
La lucha contra el miedo:
Mucha gente ha encontrado en la psicología clínica y en la medicación una forma de superar estos trastornos. Si bien es cierto que en casos extremos pueden ser necesarios, yo no puedo evitar pensar que tal vez la mejor forma de enfrentar el miedo es aceptarlo y tratar de comprenderlo, porque solo así podremos vencerlo en su propio terreno.
La expresión corporal del miedo:
En la expresión corporal del miedo se pueden identificar una serie de movimientos y cambios en la cara que se asemejan a la imagen que uno podría tener de un personaje de terror. Contracción de las cejas, separación de los labios, elevación de la parte inferior de las cejas, contracción y descenso de las cejas y alargamiento de la comisura de los labios son algunos de los gestos faciales que el miedo produce en nosotros.
Contracción de las cejas
Uno de los síntomas más comunes cuando sentimos miedo consiste en la contracción brusca de nuestras cejas, haciendo que se separen unas de otras. Esto le proporciona al rostro una expresión amenazante, lista para reaccionar ante un peligro. Esta característica es algo muy común entre los humanos, y también entre muchos animales, como los felinos.
Separación de los labios
Otro de los síntomas de la emoción del miedo es la separación de los labios. Esta reacción busca preparar al organismo para rugir u otro sonido similar. Así, se prepara para darse la vuelta y huir si es necesario. Esta reacción es también común entre los humanos y la mayoría de los animales.
Elevación de la parte inferior de las cejas
Finalmente, la elevación de la parte inferior de las cejas también es un síntoma de miedo común. Esta característica ayuda a cambiar la expresión del rostro, haciéndo que parezca confundida, asustada o agitada. Esto ayuda a prepararse para huir e intentar escapar del peligro. Esta característica también se encuentra en la mayoría de los animales.
La emoción del miedo es algo natural y común entre prácticamente todos los seres vivos, ya sea humanos o animales.
La sensación de pérdida de control:
El miedo no solo genera cambios en la expresión facial o en el cuerpo, sino que también puede hacernos sentir como si hubiéramos perdido completamente el control. Esta sensación puede resultar muy incómoda, aunque también puede empujarnos a actuar de forma más decidida y valiente.
En resumen:
El miedo es una emoción humana válida y necesaria, pero debemos aprender a controlarla para que no nos controle a nosotros. En lugar de huir de él, podemos aprender a escucharlo, comprenderlo y sí, incluso amarlo, porque solo así podremos superarlo.