El candidato socialista Pedro Castillo se acercaba el sábado cada vez más a la victoria en las elecciones presidenciales de Perú, al seguir mostrando una mínima pero constante ventaja sobre la derechista Keiko Fujimori, a la que sólo le espera un giro inesperado cuando se acerque el recuento oficial de votos.
Castillo, un profesor de primaria desconocido para la mayoría del país hasta poco antes de las elecciones, tiene el 50,15% de los votos, mientras que la hija del encarcelado ex presidente Alberto Fujimori tiene el 49,85% con el 99,89% de los votos escrutados, según la oficina electoral ONPE.
“El pueblo peruano se lo merece”, dijo Castillo en un mensaje en Twitter a última hora del viernes.
Con una diferencia de 0,30% -unos 51.000 votos-, Castillo espera el resultado en medio de pedidos de celeridad en el recuento y el saludo anticipado de varios líderes y presidentes de la izquierda latinoamericana, algo que ha enojado al Gobierno, que ha pedido a la comunidad internacional que espere los resultados definitivos.
La víspera, la autoridad electoral consideró cambiar las reglas para permitir a Fujimori impugnar la validez de 200.000 votos, pero dio marcha atrás en medio de críticas y presiones de los representantes de los candidatos.
“Saludo a los ciudadanos por su activa participación vigilante y pacífica. También pedimos al pleno del JNE (jurado electoral) que garantice y vele por un proceso electoral limpio y justo”, dijo Castillo, de 51 años.
Cientos de simpatizantes de ambos candidatos han marchado en los últimos días, cada uno por su lado, por las calles del centro de Lima y frente a la sede de la oficina electoral, que está revisando las actas de escrutinio impugnadas en su mayoría por el partido de Fujimori, que no cede ante una posible derrota.
La historia podría repetirse para la candidata, que perdió las anteriores elecciones en 2016 con una pequeña diferencia (0,24%) frente al banquero Pedro Pablo Kuczynski.
La elección ha dividido profundamente a los peruanos, con los ciudadanos de mayores ingresos apoyando a Fujimori y los de menores ingresos a Castillo, incluyendo regiones mineras clave del segundo productor mundial de cobre.
A pesar de las acusaciones de supuestas irregularidades en las elecciones por parte de ambos bandos, principalmente de Fujimori, los observadores internacionales del proceso en Lima han dicho que las elecciones fueron transparentes.
Un fiscal solicitó esta semana la prisión preventiva de Fujimori por “incumplimiento” de las restricciones en un caso de lavado de dinero por presuntos aportes ilegales de la constructora brasileña Odebrecht y otras empresas locales durante las anteriores campañas presidenciales de 2001 y 2016.
Durante la semana los presidentes de Argentina, Bolivia y Nicaragua proclamaron al candidato izquierdista como ganador de las elecciones. La Cancillería peruana ha rechazado las expresiones de esos mandatarios y otros de la región que han aclamado a Castillo, y ha enviado notas de protesta a los respectivos países.
Las elecciones tienen lugar tras una tormenta política en el país minero, con cuatro presidentes en cinco años, protestas y múltiples denuncias de corrupción contra políticos.
El actual presidente interino, Francisco Sagasti, entregará el bastón de mando a su sucesor el 28 de julio, cuando el país celebre su 200 aniversario de la Independencia.
Los analistas afirman que, gane quien gane, la inestabilidad política podría mantenerse, debido a la desconfianza de la población hacia sus políticos y cuando la economía local se ha visto muy afectada por uno de los brotes de coronavirus más agresivos y con la mayor tasa de mortalidad del mundo.