El opositor ruso encarcelado Alexei Navalni ha anunciado este viernes el fin de su huelga de hambre iniciada hace 24 días para denunciar sus condiciones de detención, y ha expresado su gran preocupación por el deterioro de su estado de salud.
“No retiro mi petición de ver al médico que es necesaria, pierdo la sensibilidad de partes de mis manos y piernas (…) Ante estos acontecimientos y estas circunstancias, comienzo a poner fin a mi huelga de hambre”, escribió Navalni, en un mensaje en su cuenta de Instagram.
El jueves, los médicos de Navalni le instaron a dejar su huelga de hambre lo antes posible para preservar su vida y su salud, temiendo “daños considerables” si continuaba la protesta.
Navalni dejó de comer el 31 de marzo en protesta por sus condiciones de detención, acusando en particular a la administración penitenciaria de rechazar su petición de visita de un médico, a pesar de sufrir una doble hernia discal, según sus abogados.
Antes de su huelga de hambre, el principal opositor al Kremlin se quejaba también de una pérdida de sensibilidad en las piernas que, según él, podría ser consecuencia del envenenamiento del que fue víctima el pasado verano y del que acusa al presidente Vladimir Putin.
Según su aliado Leonid Volkov, que habló el jueves por la noche, Navalni pudo finalmente ser examinado esta semana en un hospital civil y su historial médico fue transmitido a sus médicos.
“Los médicos en los que creo plenamente anunciaron ayer que hemos conseguido lo suficiente para que ponga fin a mi huelga de hambre”, escribió Navalni el viernes.
“Gracias al enorme apoyo de la gente buena de todo el país y del extranjero, hemos hecho grandes progresos. Hace dos meses se reían de mis peticiones de asistencia médica, no me daban ninguna medicina”, añadió.
El opositor, de 44 años, se encuentra actualmente en un centro de Vladimir, a 180 kilómetros al este de Moscú, al que fue trasladado desde la colonia penitenciaria de Pokrov, en la misma región.
El activista anticorrupción fue detenido en enero a su regreso a Rusia tras pasar cinco meses de convalecencia en Alemania, donde se recuperó del envenenamiento.