La crisis que ha sufrido Haití en los últimos años ha provocado que los ciudadanos se desplacen en busca de mejores oportunidades, y esta situación que atraviesa la isla caribeña no es algo que haya ocurrido de la noche a la mañana. Las catástrofes económicas, políticas, de seguridad y naturales sólo han contribuido a empeorar el país.
Según la Organización Panamericana de la Salud, un tercio de la población no tiene acceso a servicios básicos como el agua potable, lo que significa que el 65% de los ciudadanos no tiene las condiciones sanitarias mínimas para evitar enfermedades como el cólera o el Covid-19.
La historia no ha sido justa con Haití, la nación logró su independencia hace 217 años y se convirtió en el primer país independiente de América y la república negra más antigua del mundo.
Fue en 1804, cuando una revuelta de esclavos dirigida por el general Toussaint Louverture liberó a la isla de la esclavitud y se convirtió en la primera nación independiente de América Latina. Sin embargo, años después el país se sumió en la inestabilidad política y económica, además de generar una deuda con Francia como compensación por la independencia.
Como resultado, Haití sigue hoy retrasado en su desarrollo económico y estructural en comparación con otros países de América Latina y el Caribe.
En septiembre de 1991 se produjo un golpe de estado en el país, el entonces presidente Jean Bertrand Aristide fue exiliado a Francia después de que el ejército y las fuerzas policiales haitianas se manifestaran en contra de la administración de Aristide, que había sido elegido presidente ocho meses antes.
El suceso obligó a la Organización de Estados Americanos (OEM) y a las Naciones Unidas a poner en marcha estrategias comerciales para presionar el regreso del presidente.
Como resultado, en ese momento muchos haitianos intentaron salir hacia Estados Unidos, pero tuvieron que regresar a su país; sólo algunos de ellos fueron enviados como refugiados a Cuba o a Guantánamo, iniciando una crisis migratoria que se agravaría con el paso de los años.
En 2021, el entonces presidente de Haití, Jovenel Moise, fue asesinado por hombres armados en su residencia de Puerto Príncipe.
Su mandato estuvo marcado por la crisis económica, la corrupción y las protestas, pero aun así, Moise pretendía extender su poder un año más allá de lo establecido por la Constitución. Su muerte se produjo dos meses antes de las elecciones presidenciales, dejando al pueblo sumido en una crisis política y en la incertidumbre.
En 2010, un terremoto de magnitud 7 sacudió Puerto Príncipe, la capital de Haití. En esa catástrofe, el gobierno haitiano informó de la muerte de más de 316.000 personas y de 350.000 heridos.
En respuesta a la catástrofe, países de todo el mundo enviaron ayuda en forma de donaciones de alimentos y dinero para contrarrestar los daños causados por el terremoto, encabezados por la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), que, según el periódico The Guardian, recaudó unos 9.000 millones de dólares para ayudar al país.
Sin embargo, casi una década después, en medio de problemas políticos y una mala gestión del dinero, un nuevo terremoto sacudió la isla. El pasado 14 de agosto, el país sufrió un terremoto de magnitud 7,2 en la escala de Ritcher, siendo la zona sur la más afectada.
Según cifras de las autoridades del país, más de 2.207 personas han muerto y al menos 6.000 han resultado heridas.
Esto representa un gran problema para la recuperación de Haití, ya que la principal subsistencia económica del país proviene de la agricultura, sin embargo, al ser un país muy vulnerable a las catástrofes naturales, es complicado recuperar las pérdidas ocasionadas por las mismas.
Tras el terremoto de agosto, que devastó el sur del país, hay largas colas en los consulados de países como Francia, Suiza y Estados Unidos para buscar refugio fuera de Haití.
En América Latina, para los haitianos, países como Chile y Brasil eran donde podían encontrar refugio y una vida mejor, sin embargo, la crisis derivada de la pandemia y las trabas en las políticas migratorias han hecho que miles de caribeños emprendan un viaje a Estados Unidos.
El primer ministro haitiano, Ariel Henry, advirtió en la ONU que la migración “no cesará” mientras persistan las disparidades entre países ricos y pobres, como el suyo.
Y esta situación se ha intensificado con la llegada al poder de Joe Biden, que ha sido interpretada a los ojos del millón de haitianos como una flexibilización de las políticas migratorias hacia esta comunidad.
En agosto, el gobierno estadounidense decidió prorrogar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para los haitianos hasta febrero de 2023, como consecuencia del último terremoto y de la crisis agravada por el asesinato del presidente Moise.
A principios de año había algo más de 40.000 haitianos bajo esta protección en Estados Unidos y con la reciente prórroga, 100.000 más podrían acceder a ella, según grupos de migrantes haitianos.