La distimia, ese visitante silencioso que se instala en nuestras vidas como un parásito, sin que apenas nos demos cuenta. Esta forma leve pero crónica de depresión afecta a aproximadamente el 6% de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y suele pasar inadvertida durante años, décadas incluso.
La persistencia de la tristeza
No nos engañemos: todos hemos tenido días tristes, todos hemos sentido apatía por momentos, pero ¿qué ocurre cuando estos sentimientos se instalan y no hay forma de que se vayan? Esto es la distimia, un trastorno depresivo persistente que se presenta en forma de una tristeza más leve pero de larga duración, afectando así nuestra vida diaria y nuestras relaciones personales.
La principal diferencia entre la distimia y el tipo clásico de depresión es que en la distimia, la persona puede ser funcional y realizar sus actividades con normalidad, pero con un mayor costo y menor productividad debido a los síntomas. Pero, ¿qué lo causa?
¿De dónde surge la distimia?
No hay una causa clara para este tipo de depresión. Sin embargo, se cree que puede estar relacionada con procesos químicos del cerebro, herencia y sucesos de la vida. Aún no hay consenso sobre las causas de la distimia, pero puede ser multifactorial y estar generado por factores estresantes durante la infancia, una predisposición genética y biológica, un traumatismo o cuestiones sociales.
Afecta a las mujeres dos veces más que a los hombres, y parece ser hereditaria. Aunque, como suele ocurrir con la genética, todavía no se han vinculado genes específicos a ella.
El largo camino hacia el diagnóstico
La distimia es uno de los tipos de depresión más difíciles de diagnosticar. Esto se debe principalmente a que los síntomas pueden confundirse con la personalidad del individuo, lo que hace que esta condición pase desapercibida por mucho tiempo.
- Síntomas comunes de la distimia: cansancio, fatiga, baja autoestima, indecisión y pesimismo exagerado.
- Diagnóstico: evaluación psicológica, consulta a un especialista en Psicología o Psiquiatría.
Para diagnosticar esta afección, un adulto debe tener un estado de ánimo depresivo durante al menos 2 años (o un año en niños y adolescentes), junto con al menos 2 de los síntomas mencionados anteriormente.
La búsqueda del tratamiento adecuado
El tratamiento de la distimia puede ser tan variado como sus posibles causas, pero algunas opciones han demostrado ser eficaces. Entre ellas, se encuentran la terapia cognitivo-conductual, la psicoterapia y el apoyo con medicación. Si bien no hay una medida para prevenir la distimia, es importante buscar ayuda y tratamiento al inicio de los síntomas y disponer de un tratamiento a largo plazo.
Algunos consejos para controlar la distimia podrían incluir:
- Controlar el estrés
- Apoyarse en amigos y familiares
- Buscar ayuda médica si se presentan síntomas persistentes de depresión
Incluso los niños pueden padecerla
La distimia es un trastorno depresivo persistente crónico que puede empezar en la niñez o adolescencia antes de los 21 años. En los niños, los síntomas pueden manifestarse como irritabilidad y enojo. Por lo tanto, es necesario prestar atención a cambios en su comportamiento y estados de ánimo, y buscar ayuda de especialistas si se sospecha de la presencia de esta condición.
El trastorno depresivo persistente, una sombra alargada
Los síntomas como tristeza, desánimo, pérdida de interés, cansancio, baja autoestima, dificultad para tomar decisiones y pensamiento negativo están presentes por periodos de años sin remitir por más de 2 meses. Piénsalo por un momento: una sombra que se proyecta a lo largo de nuestra vida, que nos acompaña, que nos pesa.
Y aun así, esa sombra puede disiparse poco a poco con el tratamiento adecuado. Después de todo, la distimia es como una niebla que cubre el sol: una vez que trabajamos en ella, podemos volver a ver la luz del día.